Los ancianitos son personas vulnerables que se convierten en inocentes niños, de buen corazón y capaces de entregar su confianza a quien se les acerque. Lamentablemente, es su inocencia lo que les hace ser susceptibles de injusticias, a manos de personas sin escrúpulos que ven en ellos el blanco perfecto para salirse con la suya.
Esta es la triste historia de un ancianito mexicano de 62 años, su nombre era Gerardo Morfín, habitante de una región conocida como Huehuetoca, en el Estado de México. Durante todos sus años de vida, el hombre se esforzó por garantizarse una vejez digna, ahorrando arduamente.
En el 2015 abrió una cuenta de ahorros en la que depositaba todos sus ingresos
Gerardo guardaba los ahorros de toda su vida en una institución bancaria de su país, denominada Banco Azteca. Sin embargo, nunca entendió cómo ver los movimientos de su cuenta de forma remota, a través de una aplicación, por lo que se quedó sin palabras al descubrir que su dinero había desaparecido.
De la nada, los más de 50 mil dólares que Gerardo guardabapara cubrir sus necesidades y cuidados habían desaparecido. La desesperación se apoderó de él, entendía que había sido objeto de un robo, pero las restricciones por la pandemia de coronavirus le impedían iniciar una investigación en torno al caso.
Dejó una nota en la que explicaba todo lo sucedido
Completamente devastado, Gerardo se dispuso a buscar todos los comprobantes que demostraban los depósitos en efectivo, así como transacciones, realizadas a lo largo de los años en su cuenta.
El ancianito no pudo resistir más encontrarse sin dinero para poder alimentarse, comprar sus medicamentos y pagar sus consultas médicas. Tomó la difícil decisión de partir al más allá, pero confiaba en que se le hiciera justicia.
“Les suplico de la manera más atenta que me pongan en una fosa común, ya que no tengo dinero, ni esposa, ni hijos, ni familiares, ni amistades, y tampoco dinero para pagar un funeral”, escribió en una nota Gerardo.
La fatal pérdida conmocionó a miles de internautas de todo el mundo, quienes exigían justicia para la memoria de Gerardo. Fue gracias a dicha presión social que las autoridades tomaron cartas en el asunto y capturaron a una cajera de la institución, llamada Abigail, así como a su pareja, de nombre Ricardo.
Aprovecharon la pandemia para cometer el robo
Fue Abigail, cajera del banco en cuestión, quien se había encargado de trasladar los fondos de la cuenta del señor Gerardo a la de su pareja, después de haber envuelto en innumerables mentiras al ancianito.
Abigail y Ricardo pensaron que su plan no tenía fallas y que lograrían salirse con las suyas, pero ahora permanecerán tras las rejas sin poder disfrutar de su dinero mal habido. Mientras que el banco se ha comprometido a devolver la cantidad robada a los familiares de Gerardo.
No cabe duda de que la justicia siempre triunfa y no existe el plan perfecto para hacer el mal. Apoya a los ancianitos que se encuentran desamparados y necesitan de un verdadero amigo que vele por su bienestar. Comparte.