El autismo se concibe como un trastorno generalizado del desarrollo que se suele detectar a temprana edad.
Sin embargo, muchas personas se dan cuenta de que hay algo en ellos que no es del todo “normal”, y pasados los años, cuando ya son adultos, se enfrentan a la realidad de que son autistas.
Joe James es un hombre de 32 años que vivió en carne propia esa dura experiencia. De pequeño, sintió el rechazo de todos, era muy difícil para el adaptarse socialmente a su entorno.
A los 13 años tuvo una difícil experiencia con sus compañeros de clases cuando intentaba crear un comité de baloncesto en su colegio. Era un deporte que le gustaba, y quería comenzar a entrenar, cuando ya estaba conformado el comité los jovencitos, con el apoyo del profesor, lo sacaron de las prácticas.
Sintió que lo odiaban, y no tenía con quien desahogarse. Siguió recibiendo abusos y malos tratos a través del tiempo.
Utilizó la pelea como un mecanismo de defensa, un hecho que agravó más aun su pésima conducta fue la muerte de su hermano mayor.
Su hogar tampoco le aportaba paz, cuando estaba en casa la situación con su madre siempre terminaba en insultos, ofensas y malos tratos.
A los 17, la madre lo sacó de la casa, se fue a vivir en la casa de un amigo de la familia, su vida era un desastre, la idea de terminar con su vida se paseó por su cabeza.
Pero a los 18 años conoció a Sylvia, que le devolvió las ganas de vivir, era la mujer más hermosa que él había visto.
Empezó a escucharlo, a entenderlo. Casualmente, la chica trabajaba en la clínica de belleza propiedad de la madre de John.
Por ella decidió cambiar y convertirse en una mejor persona. Nadie como Sylvia para darle paz, divertirse y conversar como jamás lo hizo.
Decidieron casarse y tuvieron dos niños, un varón y una mujer. No todo ha sido fácil, pero siempre han salido adelante como familia. John se siente agradecido por la gran familia que tiene.
Cierto día, viendo con su esposa un programa de televisión sobre el autismo, Sylvia se dio cuenta de que su John era como los niños autistas que aparecían en el programa, lo hizo saber.
“¡Ese eres tú!”, dijo la esposa.
No podía negarlo, ella tenía razón, a sus 32 años entendió el porqué de todo lo que había vivido en su vida, él siempre fue autista.
Un médico le confirmo su auto diagnóstico, también se enteró que su hija lo era, tal vez por eso siempre sintió una conexión especial con su niña.
Está convencido de que su esposa es la luz de su vida, y que gracias a ella ha logrado lo que se ha propuesto.
Tiene un cargo gerencial, es un fotógrafo reconocido, dedica parte de su tiempo dictando conferencias para concientizar en cuanto al autismo, y sigue amando y cuidando a su familia.
Comparte esta hermosa y emotiva historia con todos tus amigos. Y recuerda siempre que dentro de ti está el poder para sanar y sacar lo mejor que tienes.