El mundo de la arqueología siempre nos ha sorprendido por sus impactantes descubrimientos, pero ninguno tan descomunal como el que nos ofrecen ahora mismo los científicos participantes de un proyecto patrocinado por la Fundación Patrimonio Cultural y Natural Maya (Pacunam).
La gran mayoría de descubrimientos arqueológicos en territorio guatemalteco han venido desarrollándose con una dificultad elemental: El acceso a los sitios de excavación. Y es que con más del 50% de su superficie cubierta de bosques y selvas densas, los equipos hacen arduos esfuerzos para desarrollar eficazmente su trabajo.
Sin embargo, una nueva tecnología ha permitido sortear este obstáculo. No se trata del Carbono 14, sino de un dispositivo láser capaz de atravesar la capa vegetal y monitorear las variaciones topográficas ocultas bajo la misma.
El LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging, por sus siglas en inglés) es un revolucionario método que antes ya ha permitido el descubrimiento de ciudades ocultas cercanas al templo de Angkor Wat, en Camboya, resultado no solo eficaz y preciso, sino también sorprendente en la cantidad de datos que ofrece para su análisis.
El mecanismo de funcionamiento de este sistema consiste en la emisión de un láser hacia la zona de estudio. Éste, al rebotar sobre la superficie, a modo de un sonar submarino, emite longitudes de onda que son captadas por sensores especializados y que permiten generar un perfil orográfico del terreno.
Desde principios del 2016, el desarrollo del proyecto en conjunto a un equipo de más de 30 científicos de reconocidas universidades a nivel mundial se llevó a cabo en dos fases: Una de reconocimiento, que implicó el sobrevuelo de avionetas por las áreas seleccionadas (hacia el norte, en el departamento de Petén), cubriendo aproximadamente 2000mts2; y una segunda que consistió en el volcado y procesamiento de datos hacia finales del mismo año.
Fue necesario constatar la data con un equipo especializado de topógrafos, pero finalmente los resultados fueron suficientes para tener una apreciación definitiva de una parte del territorio estudiado, dejando atónitos a los investigadores.
Aunque se conoce bien que la civilización Maya tuvo una importante carga demográfica, el hallazgo de más de 60.000 estructuras, entre puestos de defensa, casas, templos y demás, permite estimar que la ciudad descubierta pudo albergar alrededor de 10 a 15 millones de habitantes.
Cifra que pareciera bastante descabellada hasta que se observan las complejas estructuras, caminos, centros ceremoniales y terrenos de cultivo. Éste descubrimiento amplía significativamente la importancia del sitio arqueológico de Tikal, que resultó ser la punta del iceberg cultural que aún falta por explorar.
Es probable que las sorpresas no terminen aquí ya que, según algunos miembros del equipo aseguran, harían falta unos 100 años para concretar la información recopilada. Los científicos continúan entusiasmados gracias al apoyo de distintas organizaciones culturales, pioneras en el desarrollo de la surgente Arqueología Digital.
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