No es la primera vez que contamos gestas asombrosas, cuya hazañas de las personas va más allá de los límites de nuestra imaginación.
Historias que nos recuerdan que la realidad supera por mucho la ficción, donde los verdaderos héroes son personas comunes con un corazón tan grande dispuestos hacer lo que sea para ayudar a quienes más aman. Esta es la historia de Dashrath Manjhi, cuya fe movió montañas literalmente.
Los Musahars, vivían en un terreno rocoso en lo más remoto de Atri de Gaya, Bihar, al norte de India.
Dashrath era un trabajador sin tierra, diariamente debía atravesar una montaña entera para llegar a la granja donde trabajaba. Todos en su pequeño pueblo estaban en riesgo cada vez que realizaban la travesía traicionera donde a menudo ocurrían accidentes.
A su comunidad se le negaba lo más básico: agua, electricidad, una escuela, un centro médico. Para poder disfrutar de todo ello, debían atravesar una montaña con senderos peligrosos, la caminata no solo duraba horas sino que ponía en riesgo la vida de todos.
Durante su misión Dashrath muchas veces terminó herido.
El pueblo sin duda, necesitaba ayuda, por lo que Dashrath decidió dividir una montaña con sus propias manos. Todo comenzó después de que su esposa, Phaguni, sufriera un accidente cuando intentaba llevarle el almuerzo, ella resbaló a varios pies de altura y se lesionó una pierna.
Ante ello, Dashrath compró un martillo, un cincel y una palanca, no estaba dispuesto a que más vidas estuvieran en riesgo atravesando la montaña. Al respecto comentó:
“Esa montaña había hecho añicos tantas vasijas y se habría cobrado tantas vidas. No podía soportar que hubiera lastimado a mi esposa. Si me tomara toda la vida ahora, nos abriría un camino a través de la montaña”.
Desde muy temprano, comenzaba a picar la montaña, luego trabaja en los campos y al final del día volvía a con su cincel ante aquella inmensa montaña rocosa. Apenas dormía.
Su historia se dio a conocer entre los aldeanos quienes comenzaron a respetarlo y proporcionarle alimento a su familia. Finalmente renunció a su trabajo y dedicó el resto de su vida a dividir la montaña.
Empezaron a llamarlo “Baba”.
Su motivación aumentó luego que Phaguni enfermera, el médico estaba al otra lado de la montaña, 75 kilómetros los separaban del hospital más cercano, incapaz de hacer el viaje, su esposa murió.
Esto lo motivó a seguir adelante, aunque no fue nada sencillo, después de 10 años, una pequeña grieta se empezó a marcar, algunas personas se sumaron con el tiempo. Finalmente, después de 22 años, Dashrath había dividido una montaña. Ahora el hospital, la escuela y cualquier fuente de trabajo están solo a 5 kilómetros de distancia.
El gobierno tardó cerca de 30 en emblanquecer su camino.
La misión de Dashrath fue mucho más allá, llamó la atención del gobierno presentando una petición para que pavimentaran su camino, por un hospital para su comunidad, una escuela y agua potable.
El gobierno recompensó su esfuerzo con una parcela de tierra, que Dashrath donó para que hicieran el hospital que tanto necesitaban.
El 17 de agosto de 2007, Dashrath Manjhi, falleció tras perder su batalla contra el cáncer. Si bien pasaron años para que el gobierno atendiera sus peticiones, hoy día su pueblo sigue padeciendo calamidades, su legado es una inspiración que pasa de generación en generación, no solo entre los indios, sino entre todos aquellos que conocen su historia y enfrentan los desafíos a diario para lograr sus objetivos y hacer un gesto de amor entre sus semejantes.
Todos tenemos nuestras batallas y conquistamos nuestras propias montañas a diario. Después de todo, la mejor recompensa es saber que si se pudo aunque parecía imposible. ¡Comparte!