Los niños perciben el mundo de una manera distinta a la de los adultos, su inocencia los hace ver la realidad con ojos de optimismo, alegría y manteniendo la convicción de que nada es imposible.
A pesar de que lamentablemente algunos tienen que enfrentarse a duras pruebas, no pierden la sonrisa ni la esperanza. Tenemos mucho que aprender de ellos, y debemos procurar que desde nuestro ejemplo fortalezcan esa empatía con la que nacen, así como los valores que los harán ser buenas personas.
Recientemente, un pediatra sudafricano les preguntó a pequeños pacientes de cuidados paliativos, algunos enfermos de cáncer, qué era lo más importante para ellos en la vida. Lo que respondieron los pequeños nos invita a reflexionar acerca de las prioridades que tengamos establecidas.
El doctor Alastair McAlpine, especialista en cuidados paliativos de Ciudad del Cabo publicó en su perfil de Twitter las respuestas que sus pacientes le dijeron sobre lo que más les agradaba y qué le daba sentido a sus vidas.
Todos los entrevistados coincidieron en que no había nada más importante para ellos que pasar tiempo con sus familias.
“¡Nadie me quiere como me quiere mi mamá!”, dijo uno de ellos.
A pesar del dolor que sufren algunos se preocupan por sus padres. “Espero que mi mamá esté bien, parece triste”, dijo uno de los niños.
“Dios cuidará de mamá y papá cuando yo me vaya”.
Además, los niños demostraron el valor que tiene para ellos el trato que reciben de sus seres queridos, confirmaron que los regalos que tienen más significado y dejan huellas imborrables en su corazón son aquellos que no se pueden comprar con dinero.
“Mi abuela es muy buena conmigo. Siempre me hace sonreír”, dijo uno de los niños.
Todos saben reconocer la amistad incondicional.
“A mis amigos de verdad no les importó cuando se me cayó el pelo”.
“Mi amiga vino a verme después de mi operación ¡y ni siquiera se dio cuenta de la cicatriz!”.
Lejos de lo que podrían pensar algunos adultos, los momentos favoritos de los niños no son aquellos en los que están detrás de una pantalla, sino los compartidos con sus padres, los gestos de cariño, los paseos y las sonrisas.
“Me encanta cuando mi hermana me da abrazos”.
“Mi padre hace unas caras tan graciosas que me gustan mucho”, dijo otro de los pequeños.
El doctor Alastair McAlpine se dirigió al mundo para aconsejarle a las personas ser buenos, leer más libros, pasar tiempo con la familia, hacer bromas. Abrazar a sus mascotas, expresar el cariño a los seres especiales. Esas son las cosas que sus pacientes desearían hacer más a menudo, lo demás no es tan relevante.
Detrás de la entrevista que realizó este pediatra hay un mensaje que todos deberíamos tener muy presente siempre. No te vayas sin compartirlo.