La vocación es algo muy importante para cualquier trabajo que se realice, sobre todo para llegar a ser Policía. Se trata de una profesión muy dura, que exige un voto de servicio a los demás. Esto quiere decir que, sin duda, para ser un buen policía hay que ser, primero, un buen ser humano.
Así se mostraron al mundo un par de suboficiales, quienes estaban en pleno curso de formación militar en Ipatinga, en el estado de Minas Gerais, Brasil, y se les vio alimentando a una persona sin hogar. El video relampagueó últimamente las redes sociales, y rápidamente fue compartido por cientos de usuarios.
La joven estudiante Amanda Carolina pasó por una plaza y se percató de un hombre en situación de calle quien yacía allí, invisible a la mirada de los demás, minimizado hasta cero. Amanda sí que no dudó en acercarse para hablar con él. Comenzaron su diálogo y ella, gentilmente, le regaló una manzana.
Y es que, tristemente existen personas que prefieren no ver la realidad de muchos, pero no Amanda Carolina, ella supo que tenía que ayudar. De pronto, mientras hablaban y ella grababa toda la escena en vídeo, se acercaron a ellos dos agentes de la policía militar.
Los jóvenes aspirantes a oficiales se encontraban en el centro de la ciudad realizando un procedimiento de supervisión de la ola más restrictiva instaurada por las autoridades del estado de Minas Gerais para frenar el coronavirus, conocida como “la ola violeta”.
Uno de ellos dijo que, Gesser Olivera, físicamente discapacitado, tenía muchos días sin comer, estaba descompensado y enfermo. De repente, y para el deleite de la joven, uno de los funcionarios comenzó a darle de comer con mucho respeto y humildad al anciano sumido en la indigencia.
“Dijo que tenía hambre, así que inmediatamente [uno de los policías] empezó a darle de comer. Nunca lo vi aquí en mi vida, dijo. Amanda Carolina.
Y es que, haciendo un breve inciso, en otra cara de la crisis sanitaria brasilera tenemos el hecho de que, en la zona de Ipatinga, por ejemplo, hay al menos unas 250 personas sin hogar, así como unos 300 migrantes más en la misma situación itinerante, sin un lugar fijo donde residir.
Aquel pobre hombre devoraba con fruición lo que buenamente le concedieron para llevarse al estómago, desesperado. Una vez terminó de comer, comenzó a llorar diciendo que no podía alimentarse por sí solo. Gessr Olivera no había probado bocado en dos largos días de inanición.
Esto fue lo que más conmovió a los agentes quienes, de inmediato abrieron sus respectivas loncheras para mitigar un poco el hambre del hombre y brindarle afecto con tolerancia, empatía y mostrando interés por los demás. En definitiva, esto es lo que podríamos denominar como tener una verdadera vocación de servicio.
“Lo que nos movió la sensibilidad, fue cuando dijo que no podía alimentarse solo. Entonces tuvimos la iniciativa de abrir la lonchera y remediar sus dificultades en ese momento”, dijo el soldado Weliton, de Caldas Rodrigues.
A este par de guardianes de la comunidad no les importó dar de comer al hambriento, honrando su uniforme. Demostraron que, realmente su función es servir a la sociedad, no importa de quien se trate.
No nos quedemos solamente admirando este tipo de acciones aisladas. Repliquémoslas para ser un vehículo de verdadera recuperación y cambio social. Comparte esta historia con tus familiares y amigos.