Para muchas personas ser padre es la mejor bendición que se puede tener, educar a pequeños angelitos sin alas en este mundo cada vez más complejo con un ritmo de vida más agitado se vuelve un reto, sobre todo para aquellos que tienen que enfrentar el día a día con pequeños seres que nacieron especiales.
Stephanie Hanrahan es una mujer que desde que tuvo la dicha de ser madre, todos los días ruega porque sus hijos reciban y brinden bondad. Para ella, los maestros tienen un rol protagónico en la formación de los consentidos de la casa.
Los maestros son su tabla de salvación.
Sus dos hijos nacieron con condiciones especiales. Su hija tiene 4 años de edad y va al preescolar, a diferencia de otros niños de su misma edad, la pequeña tiene un nivel académico superior a los de su grado. Hanrahan señala que hay una enorme brecha entre su talento académico y sus habilidades sociales.
Su mayor temor es que los grandes de la escuela quieran perjudicar a su hija.
Stephanie queriendo lo mejor para su pequeña decide buscar una escuela donde la hicieran sentir una niña, un humano, y no solo un ser con talento para explotar. Cuando habló con el director de la institución confiesa haber estado nerviosa, pero al escucharlo pudo sentir tranquilidad al conocer el aprendizaje académico, social y emocional en el que participaría su hija.
La madre de la niña llegó a la escuela con inquietudes pero salió con tranquilidad.
El otro hijo de Hanrahan también tiene necesidades especiales. Recientemente Stephanie logró encontrar una persona que diera el gran sí y se convirtiera en maestra de aula para niños autistas. Sus oraciones tuvieron respuesta, Hanrahan no podía creer la suerte por la que estaba pasando al tener el lugar y la gente correcta para sus dos grandes amores.
Ser diferente es llenar el mundo de colores.
Ella no eligió tener dos niños especiales, pero señala que los maestros que hoy guían a sus hijos sí pudieron decidir ser fieles, honrados y ofrecerles lo mejor. Hanrahan está feliz porque sus hijos tienen maestros que les dicen:
“Ven a mi como eres” en lugar de “cambia quien eres”.
Pocas personas tienen el don de poder atender a un niño especial, estos maestros se enfrentan a grandes grupos con condiciones distintas. Stephanie señala que los maestros hacen sus días más livianos, ven a los niños normales y no solo como piezas faltantes. Afortunadamente hay personas con vocación que actúan como héroes sin capas.
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