Hay historias que conmueven no por sus palabras, si no por las acciones que sus protagonistas hacen. Y esta, sin duda, es una de ellas. Te presentamos a Dino Impacliazzo, un chef de 90 años con infinito amor no solo por la comida, sino por las personas más vulnerables.
Dino es una de esas personas que se convierten en verdaderos ángeles para ayudar y servir a los más necesitados sin esperar nada a cambio.
Cada año sirve más de 27 mil comidas.
Durante más de 15 años ha dedicado su vida a cocinar diariamente exquisitos platos para las personas en condiciones de calle en la ciudad de Roma.
Si bien ya no cocina para grandes y elegantes restaurantes, desde que se jubiló no ha parado de ayudar a estas personas con poca suerte. Dino sigue colocando la misma pasión para realizar grandes platos donde cientos de personas salen beneficiadas.
Es conocido como el cocinero de los pobres.
Tres veces por semanas junto a un grupo de voluntarios recorren diferentes mercados y panaderías en busca de alimentos para ayudar a quienes lo necesitab.
Todo comenzó cuando hace años una persona se le acercó en una estación de tren para pedirle dinero y poder comprar algo de comer.
Ha logrado convocar a más de 350 voluntarios.
Desde entonces, Dino pensó que podía hacer con sus propias manos múltiples platos para poder saciar el hambre de los menos afortunados. Al respecto comentó:
“Me di cuenta que tal vez en lugar de comprar de un sándwich, sería mejor hacerle algunos sándwiches para él y para los amigos que estaban allí, y así empezó nuestra aventura.”
Con el tiempo, su labor se dio a conocer y varias personas se le sumaron a esta hermosa causa, esto le permitió crear la fundación RomAmor en el 2005. Una organización fundada por él con el objetivo de ayudar a las personas de la calle.
Ha dedicado los últimos años de su vida a servir con misericordia y amor.
Dino no está solo, varias personas lo ayudan a cocinar, servir y repartir los platos en distintos lugares de la ciudad, especialmente en estaciones de trenes y autobuses. Dino enfatizó:
“Tratamos de involucrar a más y más gente para que Roma se convierta en una ciudad donde la gente pueda quererse. Un plato caliente, una manta y compartir con alegría. Es el deseo de dar sin querer nada a cambio.”
Su hermosa labor ha inspirado a cientos de personas a ser parte de su fundación. Si bien hay quienes ven solo un plato de comida, en realidad está calmando el hambre de los hambrientos y alimentándoles el corazón de esperanza. Miles de bendiciones para todos los que colaboran con el corazón.
Acciones como estas merecen ser compartidas. Llenemos el mundo de buenas historias y realicemos gestos de amor.