Han pasado casi 50 días desde que las pequeñas Anna y Olivia desaparecieron porque su padre, Tomás Gimeno, nunca las regresó con su madre, Beatriz Zimmermann. La mujer ha podido llorar la muerte de Olivia tras el hallazgo de su cuerpo, pero le ahoga la zozobra sin saber nada de su hija menor, ni de su expareja.
El buque transoceánico del Instituto Español de Oceanografía «Ángeles Alvariño» ha sido el artífice de lo que la Guardia Civil considera un «milagro», en la investigación del crimen de las niñas de Tenerife.
Era la primera vez que se lo utilizaba en el rastreo de personas desaparecidas. Después de una parada técnica el fin de semana pasado, ha retomado sus labores pero solo lo seguirá haciendo hasta este jueves.
«Lleva veinte días en las islas y debe incorporarse y cumplir los compromisos de investigación científica que tiene en otras zonas del país», indicó el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana.
El trabajo del transoceánico ahora será la última esperanza para Beatriz, quien necesita a gritos encontrar el cuerpo de Anna y de su padre, para cerrar el círculo de tanto dolor, y para que no le martille el pensamiento de la posible huida de éste.
El buque trabajará a fondo y sin descanso en la misma zona donde fue hallado el cuerpo de Olivia.
Las próximas 48 horas serán cruciales
Informes de última hora señalan que el buque lleva 20 horas trabajando en una cuadrícula de 5.000 metros cuadrados, lo equivalente a un campo de fútbol.
Los agentes han trazado líneas paralelas de 400 metros de longitud con una separación de 14 metros, lo que quiere decir que el análisis es en tramos muy pequeños.
Recordemos que el cuerpo de Olivia fue encontrado dentro de una bolsa de deporte, con una cadena, atada a un ancla, y con anclajes dentro para que fuera al fondo y nunca fuera encontrada.
El exjefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, Juan Ortega Machín, lleva días advirtiendo de la gran dificultad de encontrar los restos de Anna.
Tras salirse de la bolsa de deporte que se encontró vacía y «rota», y que estaba atada al mismo ancla que sujetaba el macuto que contenía el cuerpo de Olivia, pareciera casi imposible dar con sus restos.
Machín explica que el cuerpo humano es difícil de detectar para el sónar si no hay nada sólido junto a él, dado que el 70% es agua.
«El ultrasonido lo traspasa. Es como si fuera un fantasma, no lo identifica. Tiene que haber junto a él algo sólido que rompa el entorno y genere un eco en distintas densidades».
Los investigadores sabían que explorar el fondo submarino para buscar a las niñas era como «buscar una aguja en un pajar».
En la bolsa donde habría estado Anna solo se hallaron los lastres que Tomás Gimeno había colocado dentro para lograr su sumersión total y evitar que fuera encontrada.
El objetivo era causar el mayor daño a la madre y tenerla toda su vida en una total incertidumbre.
«Me ha dejado viva para que sufra de por vida«, fue la frase que usó Beatriz para resumir su calvario.
Machín señala que en caso de que Gimeno realmente se hubiera quitado la vida y lastrado al fondo del mar con el cinturón de ocho kilos de plomo que no se encontró en su barco, es mucho más factible encontrar su cuerpo.
Sin embargo, si Tomás Gimeno no aparece o se encuentra vivo, podría suponer que el caso se prolongase durante 20 años. Es lo que tarda en prescribir un delito de asesinato cuando el culpable se enfrenta a una pena de, al menos, 15 años, aunque un juez podría ordenar reabrirlo si pide el archivo provisional.
Para conocer lo que originó la muerte de Olivia, habrá que esperar al menos dos semanas a los resultados definitivos. Si bien la autopsia preliminar determinó que murió de un edema agudo de pulmón, las causas pueden ser diversas.
En el auto judicial se menciona una «muerte violenta» y que falleció a manos de su padre en su domicilio, entre las 20 y las 20.50 horas del 27 de abril.
No se descarta que les haya administrado un medicamento, o que incluso las haya asfixiado antes de lanzar a Olivia, o a ambas niñas, sin vida al agua.
Sin embargo, tanto el Tribunal de Justicia de Canarias, como el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMLCF) de Santa Cruz de Tenerife, han pedido «prudencia extrema» para no aventurarse a hipótesis que solo acrecientan el dolor.
El próximo 17 de junio será el último día del buque «Ángeles Alvariño» en la isla, hecho que mantiene en vilo al país entero.
Enviamos todas nuestras fuerzas a Beatriz Zimmermann y confiamos en las labores de rastreo del transoceánico para tener un soplo de esperanza después de tantos días de sufrimiento. ¡Comparte!