Hace casi 50 años en Las Parejas, Santa Fe, Claudia sufrió un accidente junto a su familia. En 1971 su padre se trasladó con su esposa y sus dos hijas a un pueblo cercano, cuando salió del camino de tierra y dobló para entrar a la ruta pasó el tren.
Era difícil distinguir al tren por los arbustos, él calculó la hora y pensó que ya habría pasado sin imaginar la tragedia que estaba a punto de ocurrir.
En la casa de Eglis sonó el teléfono, era un amigo de la familia que contaba desesperado que hubo un accidente, que el tren había salido con retraso y había arrollado al vehículo donde viajaban su tío, su tía y sus dos primas. Él estaba demasiado lejos para atender la emergencia, por eso acudió a ellos.
Todos habían fallecido en el acto menos Claudia, la menor, eso lo supieron después de recorrer 400 kilómetros para llegar al pueblo. En el lugar encontraron escenas devastadoras, los tres cuerpos ya habían sido puestos cada uno en un féretro.
Claudia, de 4 años y medio, estaba ingresada en el Hospital de Niños Víctor J. en Vilela, Rosario, en estado grave. Nadie la acompañaba. Eglis y su familia no se separaron de su lado desde entonces.
Años después, Eglis Giovanelli, hizo historia en su país cuando se convirtió en la primera periodista deportiva de Argentina rompiendo los estereotipos de que esa era una profesión para hombres.
Además, fue la primera dirigente deportiva recibida en River, participó en la cobertura de mundiales de fútbol, trabajó en medios locales e internacionales.
Pero a pesar de su trayectoria profesional como figura pública, pocos conocen la dramática historia familiar de la mujer que actualmente tiene 70 años.
Cuando Eglis llegó a Rosario tenía 20 años, y encontró a su prima en estado de coma: “No abría los ojos, no se movía, había quedado en posición fetal. Era la única que había sobrevivido a un accidente, pero tenía una lesión cerebral grave”.
La menor estuvo durante dos meses en la unidad de terapia intensiva conectada a un respirador artificial hasta que les pidieron a los familiares la autorización para desconectarla.
Pero ellos se negaron, mantuvieron la esperanza de que Claudia podría salvarse. Finalmente, ella se despertó venciendo los peores pronósticos. A Claudia, hoy de 52 años, le dieron el alta médica.
Eglis recuerda el momento en el que la vio por primera vez después del accidente: “Nunca me voy a olvidar de lo que me dijo el médico cuando nos entregó a Claudia, ‘no sé qué van a hacer con esto’”.
Pero lo más hiriente que dijo el médico fue: «Se llevan un cacho de carne con ojos».
La madre de Eglis, quien tenía cuatro hijos, se encargó de Claudia, ella decidió con quién hacer su nueva familia después de la tragedia en la que perdió la suya. Un día la llamó: “mamá”.
Así que ella reunió a sus hijos biológicos y les dijo: “Bueno, a partir de ahora tienen una nueva hermana”, Claudia se estableció con ellos en Buenos Aires y la madre de Eglis pidió a la justicia su adopción legal.
Dos meses después finalizaron los trámites. La única forma de movilizar a Claudia era alzándola en sus brazos.
“Para nosotros era nuestra muñequita”, dijo Eglis mientras le da la mano a su hermana. Relató que ni siquiera podía vestirse, ni estar sentada ni de pie.
Eglis se enorgullece del gesto de su madre por aceptarla en la familia y enseñarles a sus hijos con su ejemplo cómo respetar los derechos de las personas con discapacidad.
“Creo que mucha gente piensa en la adopción y piensa en un bebé recién nacido para que sea una especie de hoja en blanco, sin traumas. Yo creo que hay que ser un poco más generosos, también Claudia tenía el derecho de tener una familia”, dijo Eglis.
La lesión cerebral que sufrió Claudia le causó discapacidades motrices, todavía camina lentamente. Pero su lema es “para adelante” y jamás se ha rendido.
Eglis la toma del brazo y confiesa que le indigna que la gente comente su admiración porque la ayuda. “Me alaban por ayudarla como si ella fuera una carga. ¡Es mi hermana!”. También se frustra al lidiar con las personas que aparcan en las rampas por donde ella tiene que desplazarse.
A Claudia la operaron por primera vez para realizar la distensión de los dos tendones de Aquiles para que pudiera estirar las piernas. En la segunda, los contactos de Eglis ayudaron a que estuviera en manos de un doctor inesperado.
El médico Adolfo Fort, encargado de la selección de fútbol César Luis Menotti, recomendó hacerle otra operación para cruzar los ligamentos de sus rodillas. Esto hizo que pudiera recuperar la fuerza y volver a ponerse de pie.
Después de esa operación fue que Claudia volvió a caminar.
Eglis y Claudia forman parte de la Red Argentina por la adopción, demostrando que la adopción de una persona con discapacidad también es una opción para las familias.
Claudia asistió a una escuela de arte donde aprendió varias técnicas con vidrio y cerámica. También estudió folclore, danza clásica, canto y natación. Decoró la casa en la que viven gracias a su pasión por el arte.
Durante la entrevista que ofrecieron, Eglis le pide a su hermana que cuente lo que le ocurrió el año pasado en Mar del Plata. Entonces ella relató:
“El año pasado cuando me invitaron a la playa, al principio dije que no por el problema de mi pie, me daba temor si me enterraba en la arena”. Con el paso de los años, su pie derecho se dobló tanto hacia adentro que posiblemente necesite otra operación para poder mejorar su forma de caminar.
Ese día igual fue a la playa, se rió cuando le preguntaron en el auto si alguna vez había hecho surf. Contó que estuvo flotando sobre una tabla y confesó que cuando entró al mar se sintió libre.
La historia de superación de esta joven que se recuperó gracias al amor de su nueva familia es realmente conmovedora. No te vayas sin compartirla.