Los jóvenes acceden a las nuevas posibilidades que van surgiendo a un ritmo vertiginoso sin ningún tipo de miedo. No así los adultos, al menos, no tanto. Los mayores somos mucho más prejuiciosos.
La dialéctica que ha surgido estos últimos años en relación a la seguridad y factibilidad o no del mercado audiovisual en redes sociales, se ha vuelto a poner de manifiesto después de que se hiciera viral el mensaje desesperado de Arii, una influencer estadounidense cuyo lanzamiento de su marca de ropa no tuvo la aceptación esperada.
“Me rompe el corazón tener que escribir este post. Como saben, he lanzado mi propia marca, lo que me ha supuesto un gran esfuerzo en todos los sentidos. Mis amigas colaboraron ese día posando con las prendas, tuve que contratar a un fotógrafo y a un maquillador foráneo, alquilar un enorme salón para el día del estreno y sin embargo, todo fue en vano”, comentó la joven.
“Sabía que no iba a ser fácil, pero me estaban dando tan buen feedback que creí que comprarían, no fue así. Ahora nadie podrá atender los requerimientos de las personas que sí hicieron sus pedidos y eso me rompe el corazón. Se les devolverá el dinero, no se preocupen”, aseguró la influencer.
“Yo siempre he apoyado todo lo que me han pedido que apoye, pero ni siquiera me han podido devolver este favor. Este no es el final de mi marca, tan solo es un tropiezo”, expresó dolida.
Entre las respuestas que tuvo la misiva, hubo una de una tuitera que le recomendó en lo sucesivo, tanto a ella como a todos aquellos que decidan emprender un negocio a través de las redes sociales, conservar siempre el buen trato, ofrecer ofertas especiales, regalos, entre otros mecanismos para conservar la fidelidad de sus clientes:
“El número de seguidores no garantiza nada, enfóquense en fidelizar de verdad porque la mayoría no va a comprar nada”, aseveró la usuaria.
En efecto, Arii cuenta con casi tres millones de seguidores, lo cual, como se deja ver, no le ha servido de mucho.
Tropezar no es malo, rendirse sí. De todas maneras, menos mal que existen las obstáculos y que somos humanos, porque no hay nada que nos defina tan bien como nuestra capacidad para superar las dificultades.
Comparte esta historia con tus amigos y no le temas al fracaso ni al sufrimiento, no olvides que ambos son solo instancias del aprendizaje.