En ocasiones vamos por la calle y nos encontramos con algunos objetos o incluso algo de dinero y llegamos a pensar que ese es nuestro día de suerte, más aún si nuestra liquidez es algo limitada. Si esto te ha sucedido seguro pensaste que el “dinero llegó como caído del cielo”, pero nada más lejos de la realidad.
Todo lo que encontramos pertenecía en algún momento a otras personas, más aún si hablamos de algunos billetes y esto lo tiene bien entendido un barrendero con cuyo gesto ha regresado la paz a una familia que atravesaba por un duro momento económico.
Leandro da Silva es un humilde y honesto trabajador de la limpieza que vive en el barrio de Campo Grande en la zona oeste de Río de Janeiro, Brasil, y un buen día mientras cumplía con su ruta encontró unos billetes tirados en la calle.
Leandro los tomó y por un segundo sintió la tentación de quedárselos pero pensó que debía pertenecer a alguien de esa misma comunidad, habitada por gente sencilla al igual que él.
De echo, esa cantidad de dinero representaba casi la mitad de su sueldo y debía tener a un dueño angustiado.
Nada de lo que pensó estaba lejos de la realidad, pues la dueña del paquete de billetes era Mari Eli da Silva, quién había perdido casi 700 reales (exactamente 192 dólares estadounidenses), destinados a pagar la renta de la casa de su hija enferma que tuvo que dejar de trabajar.
“Puse el dinero en mi bolsillo, sólo que la camisa era larga. Pensé que había asegurado el dinero y no lo hice. Cuando la solté, el dinero se salió de la camisa ¡Se cayó!Cuando fui más lejos, perdí el dinero (…) Estaba desesperada”, recuerda la mujer jubilada de 72 años.
Por fortuna o una asunto casi milagroso, Leandro conocía a la señora da Silva así que al enterarse de que había extraviado esa cantidad de dinero supo que se refería a los billetes que él había encontrado y decidió regresarlos a su verdadera dueña.
«Era una cosa de Dios, esta cosa del carácter, la honestidad, tómalo y devuélvelo… porque hoy en día es difícil tomar dinero así y devolverlo», dijo Leandro.
La señora Mari estaba realmente agradecida por lo sucedido.
Aunque otros hubiesen tomado la decisión más conveniente, este hombre apostó por su conciencia y valores, y terminó haciendo lo correcto. Nos complace saber que aún frente a las economías más difíciles y las circunstancias más complejas, aún hay gente buena y correcta en este mundo.
Comparte este gesto y enséñales a todos el gran ejemplo de este caballero ¡Eso sí es ser un buen ciudadano!