Tal como lo han demostrado muchas reflexiones difundidas en las redes acerca de la crisis mundial por la pandemia de COVID-19, no todos estamos en el mismo barco.
Las consecuencias del coronavirus no son las mismas para todos, algunos están luchando por sobrevivir sin tener un ingreso económico para pagar el gasto de sus necesidades básicas. Mientras tanto, otros no pueden cumplir con la medida de “quedarse en casa”, porque han sido desalojados o porque no tienen ni siquiera un techo en el cual protegerse.
Y hay personas que han perdido seres queridos que han sido víctimas de los estragos de la enfermedad.
A todos nos afecta de distintas maneras la crisis, necesitamos ser más empáticos y comprensivos.
Miguel Ángel vive en Villa Fiorito, Lomas de Zamora, Argentina, trabajaba en un almacén, pero el confinamiento obligatorio hizo que el lugar cerrara.
Un cortocircuito incendió la vivienda del padre de cinco hijos, el pasado mes de noviembre perdió su casa.
“Hubo un corte de luz y cuando quisimos conectar nuevamente la electricidad explotó todo”, relató Miguel.
“Aquí tenía un techito para poner la lavadora y secar la ropa. Al costado teníamos la cocina, aquí era nuestra habitación y la de los niños”, dijo Miguel mientras mostraba cómo quedó su vivienda.
Cuando recuerda el suceso lo invade la misma tristeza que sintió al ver cómo la vivienda que construyó con tanto esfuerzo quedó destruida en cuestión de minutos.
Afortunadamente, ningún miembro de la familia resultó lesionado, pero perdieron todas sus pertenencias, incluso sus documentos. Ahora intentan reconstruir su casa en uno de los momentos más duros para la economía de su país.
“Después del incendio no teníamos dónde dormir, estuvimos en la casa de mi compadre”, relató Miguel.
Explicó que cuando recibieron una ayuda de la Asignación Universal por Hijo que percibe Daiana, su esposa, lograron alquilar una pequeña vivienda muy cerca de la casa en la que vivían.
Aunque el dinero que reciben solamente alcanza para pagar ese alquiler, la familia come en un comedor llamado “Los Gurises” que queda en el barrio y ofrece alimentos a los más vulnerables.
Miguel trabaja como albañil y el dinero que recibe lo usa para comprar materiales de construcción para restaurar su casa.
Cuenta que enfrenta nuevas dificultades por la pandemia. “Con la cuarentena está todo paralizado”.
El pasado mes de diciembre, tras el accidente, la familia acudió al Ministerio de Desarrollo Social donde les dieron una bolsa de comida y dos colchones.
El padre de cinco hijos anhela regresar a su vivienda, pero para eso necesita más ladrillos, arena y materiales de construcción para restaurarla.
Lamenta verse obligado a utilizar el dinero de la ayuda que reciben sus hijos para pagar el alquiler.
“Yo debería usar ese dinero para comprarles zapatillas y ropa ahora que vendrá el invierno”, dijo Miguel.
Pide ayuda a quien pueda donarle materiales para reconstruir su casa, el número de su teléfono móvil es 11-5010-3670.
Su dramática historia invita a muchos a reflexionar, a ser más agradecidos y sobre todo, a ayudar a quien de verdad lo necesita. Compártelo.