Las autoridades no manejan la cifra de las personas que ignoraron las órdenes de evacuación para ponerse a resguardo en refugios.
Las calles de la isla se han convertido en ríos, las casas están inundadas, los techos se han desprendido, aproximadamente 13.000 viviendas han quedado destruidas.
El gobierno habilitó 14 refugios, y decenas de iglesias, escuelas, y otros edificios institucionales fueron habilitados para operar como centros de acopio y emergencia.
Mulice Kink, habitante de la localidad de Nassau, conversaba por teléfono con su madre que vive en Ábaco y repentinamente se cortó la comunicación.
“Lo último que me dijo fue que el tejado de la casa se había volado y que estaban a la intemperie. Después la volví a llamar, pero no obtuve respuesta”, relató el angustiado hombre.
Cuando habían transcurrido minutos desde la llamada, su hermano publicó un vídeo en el que se aprecia cómo habían perdido todo. Las viviendas de los vecinos también habían desaparecido, partes de las casas volaron hasta el jardín de otros.
Según la Cruz Roja, el pronóstico de esta emergencia es desalentador, hay importantes necesidades humanitarias en la isla tras el paso del huracán. “Puede que no haya ni siquiera agua potable disponible en Ábaco”, dijo un representante.
Una catástrofe de consecuencias devastadoras
De acuerdo con el informe emitido por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, NHC, por sus siglas en inglés, el huracán tocó tierra el domingo al norte de Bahamas.
Se calificó como un poderoso ciclón de categoría cinco en la escala de Saffir-Simpson, con vientos de 295 kilómetros por hora. Tocó tierra en las islas Ábaco.
Dos horas después volvió a tocar tierra en la isla Gran Ábaco y después se dirigió hacia Gran Bahama donde causa daños devastadores. En una tercera oportunidad tocó tierra en el extremo oriental de la isla.
Se presume que el huracán se acerque a las costas de Florida durante la noche de este lunes y a primera hora del martes.
La población está tomando medidas preventivas protegiendo la estructura de sus inmuebles, y colocando bolas llenas de tierra en el exterior para prevenir daños por inundaciones. Además, se han abastecido de agua y alimentos no perecederos para al menos siete días.
José Andrés, el cocinero español que tiene varios restaurantes en Estados Unidos, se encuentra en Bahamas para ayudar a los damnificados, acudió a sus seguidores de Instagram para publicar un vídeo en el que informa la situación en medio del viento y la lluvia. Comentó que está a 130 kilómetros de distancia del ojo del huracán.