Nancy Hart Wicker es una mujer que trabajó durante todo su embarazo, estaba demasiado cansada y ocupada para soñar despierta. Mucho de esto tiene que ver con que no sabía el género sino hasta el final del parto, así que su bebé no tenía nombre.
Wicher confiesa que si hubiera sabido desear que su bebé amamantara, llorara y respirara, que tuviera un corazón que funcionara correctamente, lo hubiera deseado con el alma, pero simplemente lo asumió. Confiesa que su formación como médico la hizo dar por hecho muchas cosas.
En septiembre del 2012 a la 1.15 de la tarde nació su bebé, a la que llamaron Willow.
Después del parto el médico le entregó a su bebé y de manera mágica todos los dolores desaparecieron. Sin duda, era la bebé más hermoso que había visto en toda su vida. A los minutos de haber nacido Willow la llevaron a la UCIN, su madre no estaba demasiado preocupada, sabía que algunos bebés tenían problemas para respirar al nacer, estaba segura que a su bebé le darían algo de oxígeno y la tendría de vuelta en sus brazos.
Trasladaron al bebé al hospital pediátrico en Greenville, Carolina del Sur.
Sin embargo, Wicker supo que algo estaba mal al ver la cara de muchos de sus colegas. Su pequeña bebé estaba siendo entubada debido a la baja saturación de oxígeno, posteriormente le informaron que Willow nació con síndrome de Down. Su verdad fue revelada en una habitación llena de médicos, enfermeras, amigos, pero sobre todo compañeros de trabajo.
La niña fue diagnosticada con hipertensión pulmonar.
Antes de que su bebé fuera trasladada al hospital pediátrico más cercano, Wicker y su esposo Josh fueron a ver a la pequeña fruto de su amor. Estaba pálida, hinchada y con el ventilador. Todo su entrenamiento medico pasó muy rápido, ahí estaba ella viendo a su bebé tras un cristal sin poder ayudarla.
Para Wicker su visión de perfección se desvaneció al ver a su pequeña así, la quería sana como otros niños.
En la UCIN le dijeron que su defecto cardiaco no era grande. Inmediatamente, comenzaron las reuniones con muchos médicos para discutir el caso de su bebé. Comenzaron hablar sobre el ECMO, un tratamiento que se usa para circular la sangre a través de un pulmón artificial de regreso al torrente sanguíneo de un bebé muy enfermo.
Wicker se cuestionó sobre si era mejor que muriera que dejarla sufrir.
Antes del parto, Wicker nunca se imaginó todas las batallas que debía afrontar. Para Wicker y su esposo fue muy doloroso decirles a sus familiares y amigos que Willow tenía Síndrome de Down. En medio de la batalla se dieron cuenta lo mucho que querían a su bebé, ella era la que habían planeado y esperado, pero nunca imaginado. Sin duda, fue un proceso difícil, tendrían que seguir un procedimiento cardiológico y un cateterismo en el futuro.
Regresaron a casa con una larga lista de cosas por hacer.
El tiempo que siguió es una larga lucha de historia y supervivencia para Wicker y su familia. Aunque admite que no fue fácil aceptar y enfrentar la batalla, ahora sabe que su mejor lenguaje de amor es ver a su niña tan única y especial que la hace diferente a los demás.
Deseamos que te animes a compartir la nota para que el mundo comprenda que lo normal es que todos seamos diferentes.