Hace dos años fue cuando Zimbabwe y el mundo entero se conmovieron con la pérdida del majestuoso león Cecil al ser asesinado por el estadounidense Walter James Palmer, un dentista de profesión y cazador de animales o, más bien, de trofeos. Puedes recordar la noticia aquí.
La atroz manera en la que Cecil fue abatido provocó una intensa molestia por todo el mundo y no podía esperarse menos pues Cecil era unos de los felinos más queridos y, con su muerte a manos de un cazador, deja bastante incierto el futuro de su especie que ya se encuentra en peligro de extinción.
Lo que generó más impotencia en las personas es que el estatus de la caza fue legal; sí, aún existen muchas personas aficionadas a la cacería que justifican esta actividad y que la premian con trofeos o con partes del cuerpo de la víctima, generalmente cabeza o colmillos en taxidermia.
Para que la caza en Zimbabue sea legal, se tienen que pagar grandes cantidades de dinero para poder tener el derecho de cazar. El asesino de Cecil pagó más de 50.000 dólares para quitarle la vida al león de 13 años.
Lastimosamente, estas historias no paran y el día 7 de julio en el noroeste de Zimbabue, a las afueras del Parque Nacional Hwange, uno de los hijos de Cecil llamado Xanda heredó la misma suerte que su padre y fue asesinado por otro cazador de trofeos.
Xanda era un león adulto de apenas seis años, los leones que viven en libertad pueden llegar a vivir entre cuatro o nueve años más. Al igual que su padre, Xanda era estudiado en unas investigaciones realizadas por la Universidad de Oxford, por esa razón llevaba un collar de rastreo electrónico.
Los investigadores del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford a cargo de Andrew Loveridge declararon:
Un cazador de trofeos mató a Xanda en el marco de una caza legal en el exterior del parque nacional de Hwang”.
Además expresaron el dolor que tiene todo el departamento de investigación por la pérdida:
Como investigadores, estamos tristes por perder a un animal al que estudiábamos desde su nacimiento”.
Aún no se sabe quién fue el asesino de Xanda y tampoco cuánto pagaron esta vez para el derecho a cazar. Un cazador profesional originario de Zimbabwe, quien dirigió la cacería, había sido el principal sospechoso debido a que él fue quien consiguió y entregó el collar de rastreo e informó la muerte de Xanda a las autoridades cuando devolvió el collar.
Lo que legaliza la cacería son las grandes pagas en impuestos que deben realizar los que quieran practicar tal actividad; por esa razón el país aún incentiva a la cacería excusándose en que esos impuestos y otros aportes que pagan los cazadores de trofeos son destinados a la conservación de la vida salvaje animal.
El término legal hace que la cacería sea controlada y encasillan los blancos legítimos, refiriéndose a los adultos que superan los seis años de edad (en el caso de los leones) y que ya hayan dejado crías.
La terrible noticia es que Xanda, como muchos de los leones machos, son los líderes de su manada, es decir, las hembras que estaban con él y los cachorros que tuvo con ellas ahora están en riesgo sin su líder. Cuando un nuevo león venga a buscar a las leonas de Xanda, este puede matar a los cachorros.
¿Realmente se protege la vida animal? Probablemente África lograría más con un turismo enfocado a la protección de la vida salvaje en vez de su caza. Aún viven 550 leones en el Parque Nacional Hwange, esperemos que no corran con el desafortunado final de Xanda y Cecil.
Tenemos que alzar la voz por la preservación de nuestras especies, comparte esta lamentable noticia.