Enumerar las variables que intervienen en el campo de la educación y formación de los hijos, es casi un imposible. Tampoco se puede puntualizar las acciones a tomar en la corrección de algunos comportamientos de los niños.
El tema es muy extenso, sin embargo, actualmente se habla con mucha frecuencia sobre el tiempo de espera, el rincón de pensar o castigo de los niños. Es lamentable que esto se tome tan a la ligera y peor aún que sea una práctica tan común en la crianza de los hijos.
Son muchas las veces que se ha escuchado que los padres preparan ese rincón de castigo, en el mejor de los casos, lo acondicionan con objetos, libros, cojines, almohadas para que, llegado el momento de una mala conducta o una expresión de malestar el niño sea depositado en esta habitación.
Se trata de un espacio «aislado» para que el niño pueda calmar su rabia, ira, tristeza, impotencia hasta que la actividad frenética tanto cerebral como emocional encuentren sosiego.
Cumplir con el rol de padre requiere de un constante aprendizaje en la llamada “universidad de la vida”, implica una inmensa responsabilidad que debe ser asumida con mucha conciencia atendiendo al amor que crece cada día más por un hijo.
Es importante estar muy atentos a las señales que se van manifestando en cada etapa del crecimiento de los hijos, así como de las experiencias de otros padres sin que eso signifique un patrón impuesto inclinado a la generalización de las individualidades de cada niño.
El papel de los padres en el crecimiento del niño no tiene sustituto. Por supuesto que se puede contar con el apoyo de familiares directos como abuelos, tíos, hermanos mayores, pero no debe ser una responsabilidad endosada a ellos.
Cada uno tiene su rol dentro del crecimiento no sólo corporal del niño, sino también el emocional que, indudablemente va a definir sus valores y le dará la capacidad de usar las herramientas adecuadas según las circunstancias que se le presenten en la vida.
Los padres son los responsables de la programación emocional de sus hijos, especialmente desde que nacen hasta los 8 años de edad.Todas las acciones y decisiones de los padres tienen consecuencias sobre la vida de sus hijos.
Es un impacto directamente proporcional en la formación de los hijos que lamentablemente muchas veces es subestimado, y es cuando más temprano que tarde resulta un desequilibrio emocional.
Es cierto que no existe una escuela para aprender a ser padres, pero tampoco deja de ser cierto que existe mucho material de ayuda basado en estudios profesionales y en experiencias de vida que sirven de orientación en la educación y formación de los hijos.
La mente y el corazón de los padres deben estar abiertos y dispuestos a toda la información que de una u otra forma los ayude a ser mejores cada día.
Tantas interrogantes se derivan del “rincón del castigo”, supuestamente una práctica correctiva. ¿Realmente es efectiva en el aprendizaje de los niños? ¿Es una técnica que favorece al pensamiento reflexivo del niño que le ayuda a discernir la causa y su consecuencia?
¿Es funcional también para los adultos?
¿Puede un adulto lleno de rabia, ira, dolor, tristeza, impotencia calmarse en un espacio físico impuesto y limitado, del cual podrá salir con la condición de estar sosegado, y la amenaza de volver de repetirse su comportamiento que indudablemente obedece solo un malestar emocional?
Es bueno recordar que los niños son seres humanos, ni más ni menos que los adultos, por eso se debe mantener la premisa de lo que funciona para los adultos cuando están alterados también funcionará para los niños.
Es muy poco probable llegar a soluciones en un momento de ira y lo mismo aplica para el niño.
“Calmar es una habilidad de la vida”, dice la experta en crianza Judy Arnall, autor de disciplina sin socorro… ¡Indudablemente son sabias palabras!
Judy comenta que sacar al niño de la situación y sentarse con ellos les ayuda a tener un mayor control sobre sus emociones.Lo peor que se puede hacer es dejarlos solos en ese huracán emocional.
Los niños no saben cómo hacerlo por sí solos es necesario ayudarlos en el aprendizaje del autocontrol.
Los niños son depositados en ese lugar “acondicionado” para aislarlos y dejarlos en su mundo de sentimientos revueltos sin ningún tipo de orientación. No existe una guía que realmente le permita conocer la causa y poder superar la situación con las herramientas adecuadas.
El tiempo que los niños pasan encerrados en este espacio, que normalmente es su habitación, es como una eternidad. Para ellos es una cárcel.
“Es una medida de castigo, y no hay estudios que demuestran que el castigo ayuda a los niños obtener el control y tienen mejores relaciones”, comenta Judy.
Las opiniones sobre la técnica de tiempo de espera son variadas. Algunos expertos de la crianza y pediatras, como el doctor William Sears, defiende la versión de pedirle al niño sentarse en silencio, pero no sugiere el aislamiento.
Judy se mantiene firme en la posición de educar a los niños sin castigo. Esto traerá como resultado que ellos puedan aprender a resolver problemas por sí mismos. Los resultados personales serán muy sorprendentes, especialmente cuando hayan superado las primeras etapas de crecimiento.
Aislar a los niños sugiere para muchos una técnica punitiva que no es eficaz, ni eficiente en el tiempo. No proporciona ninguna herramienta que les favorezca la gestión de conflictos.
Esta técnica también implica un rechazo, todo le hace indicar al niño que merece estar en compañía cuando todo está bien. Si se presenta alguna ruptura emocional habrá un aislamiento, un rechazo.
Un niño debe ser guiado y acompañado por un adulto para aprender a discernir, nadie puede pensar con claridad cuando está bajo un estado de ira o frustración.
Es responsabilidad de los padres ayudar a su hijo a calmarse, se puede usar la respiración, un abrazo sin forzarlo, un cojín, hacer una carrera, en fin, existen muchos métodos que están comprobados que sirven para drenar la rabia y a su vez ayuda a controlar los episodios de enfrentamiento emocional.
Aislar e ignorar física y afectivamente a un niño no educa.
Es importante cerrar el evento con una reflexión sobre lo ocurrido y sumar el compromiso para encontrar una mejor manera de hacer las cosas… ¡Realmente esto es lo que educa y enseña!
Los padres no se deben limitar solo a decir lo que no es correcto, se trata de mostrarle las opciones que existen al mal comportamiento.
El uso de los recursos como la dramatización de la situación con nuevas estrategias son válidas, es como protagonizar la situación en una obra de teatro con la finalidad de tener una oportunidad para hacer las cosas bien.
Definitivamente que los niños necesitan saber cómo hacerlo bien. No es correcto aislarlos y expulsarlos.
Algunos estudios realizados sobre la adaptabilidad del cerebro, han demostrado que las experiencias repetitivas cambian su estructura física.
Las múltiples experiencias de la infancia, relacionadas con la disciplina producto de las interacciones de los niños y sus padres son vitales. Es muy importante que los padres reconsideren con mucha seriedad la manera que emplean al responder a los niños cuando tienen un mal comportamiento.
La disciplina debe tener como premisa la enseñanza, no el castigo. Encontrar la manera más adecuada para que los infantes aprendan sobre el buen comportamiento es fundamental para un desarrollo saludable.
Décadas de investigación sobre el apego demuestran que los niños tienen una profunda necesidad de conexión, especialmente en momentos de angustia. Es tan importante que los padres estén cerca para que alivien ese malestar.
Cuando los niños están sobrecargados emocionalmente, tienen a comportarse mal. Sus emociones intensas, la expresión de una necesidad o una gran sensación pueden resultar en un comportamiento agresivo, una falta de respeto o cooperación son pruebas de que el infante no ha desarrollado ciertas habilidades de autorregulación.
El mal comportamiento es a menudo un grito de ayuda para calmarse y un intento de conexión.
Cuando la respuesta de los padres es el aislamiento definitivamente una necesidad psicológica instintiva del niño no es satisfecha.
Bajo esa condición, la imagen cerebral muestra que la experiencia del dolor generada por el rechazo relacional es muy similar a la experiencia del dolor físico en términos de actividad cerebral.
Los tiempos de espera generalmente carecen de efectividad como herramienta para disciplinar, cambiar el comportamiento y desarrollar habilidades.
Todaysparent
Comparte con tus amigos y familiares, los padres pueden llegar a pensar que estos tiempos de espera logran calmar y hacer reflexionar a sus hijos sobre un mal comportamiento, pero solo se les anula su capacidad de autocontrol.