Cuando en el mundo se presentan situaciones catastróficas, los seres humanos sacan lo mejor que tienen dentro de sí para ayudar a los más necesitados, incluso poniéndose en riesgo.
Tal fue el caso de un médico francés jubilado que entregó su vida mientras prestaba apoyo a los pacientes contaminados con el coronavirus.
La pandemia del COVID-19 ha causado estragos en la población mundial, la cifra de contagiados y fallecidos es alarmante.
En Francia el creciente número de afectados ha puesto en una situación crítica el sistema de salud del país.
A pesar de que se han hecho todos los esfuerzos, el letal virus sigue creciendo exponencialmente en detrimento de la vida de los ciudadanos.
El personal médico se ha entregado totalmente a ayudar a los enfermos, incluyendo algunos que ya se habían jubilado pero acudieron al llamado de las autoridades ofreciéndose a ayudar.
Entre ellos se cuenta el doctor Jean-Jacques Razafindranazy, un médico de 68 años que en enero del pasado año estaba jubilado, después de haber cumplido sus años de ejercicio profesional de la medicina en el hospital de Compiègne.
Una vez retirado decidió tomar unas merecidas vacaciones en Madagascar, pero al ver la grave situación que vivía su país por la terrible pandemia, su juramento hipocrático le hizo tomar una importante decisión.
El galeno se ofreció como voluntario y volvió al hospital para ayudar a salvar vidas humanas, lo que por tantos años hizo con entrega y dedicación.
Pero el día 28 de febrero, al llegar de su jornada a casa algo no andaba bien, presentaba fatiga excesiva y un poco de fiebre.
A día siguiente intentó levantarse para ir de nuevo al centro asistencial, y no pudo hacerlo, la fiebre había aumentado, y era evidente su dificultad para respirar.
Su hijo Pierre y demás familiares lo llevaron de inmediato para que se realizara la prueba del COVID-19, por desgracia salió positivo.
La mayor preocupación de su familia radicaba en su edad, por los riesgos que implica ante el ataque de un virus tan letal.
De inmediato, el médico fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos, con mucha tristeza sus propios colegas tuvieron que informar que el honorable médico no había logrado sobrevivir.
“Mi padre, ese héroe, se fue demasiado pronto a causa del coronavirus. Apasionado por su trabajo rehusó jubilarse”, dijo su hijo en su página de Facebook.
Razafindranazy recibió post mortem el reconocimiento de Philippe Marini, el alcalde de Compiègne, quien pidió a la ciudadanía que desde sus balcones rindieran tributos al abnegado médico.
“Dio la vida por los otros. Él tenía todo el derecho a jubilarse, pero renunció a hacerlo. La ciudad ha guardado este lunes un minuto de silencio en señal de duelo y de agradecimiento”, dijo el alcalde.
La noticia llegó a todo el mundo a través de las redes sociales, y muchos usuarios se entristecieron y alabaron la labor del hombre.
Sin duda es una hermosa muestra de amor hacia los seres humanos, y de gran respeto hacia su profesión.
Comparte esta conmovedora historia con todos tus amigos, y reconozcamos la admirable labor del personal médico del mundo entero.