Analía Fernández, de 46 años, es madre de ocho hijos, Diego Almada, de 38, padre de uno. Él se enamoró de ella perdidamente y ahora protagonizan una historia de amor que emociona las redes.
Diego trabaja en un bufete de abogados, comenzó a hablar con Analía a través de la aplicación de mensajería de Facebook. Terminaron contrayendo matrimonio el 23 de abril de año pasado y criando a su gran familia en Argentina.
La pareja tiene un negocio de tortillas con el que mantienen su humilde hogar, luchan cada día para salir adelante con sus hijos tras dos años de relación. Recientemente participaron en el concurso “¿Quién quiere ser millonario?”, y ganaron 300.000 pesos, el equivalente a 4.700 euros.
Desde que se dieron a conocer en el programa televisivo miles de personas se interesaron en saber más sobre la pareja.
Ambos perdieron su empleo y se dedicaron a su negocio de tortillas, Analía amasa los ingredientes cada día mientras Diego arregla un carrito de supermercado cargado de leña y ajusta la parrilla.
“Nos quedamos sin trabajo, no teníamos ni para el pan, ni para la leche”, dijo Diego. Sobrevivían con un crédito bancario y la ayuda de la gente.
Analía cuenta cómo conoció a Diego: “Lo vi por Facebook y me gustó, le envié la solicitud de amistad y la aceptó, comenzamos a hablar y supe que era buena persona”.
Relató que les explicó a sus hijos, fruto de tres relaciones anteriores, que estaba conociendo a alguien, se vieron por primera vez en una plaza y después lo invitó a su casa.
“Llegó un día que no había energía eléctrica, pero cuando volvió, preparó milanesas”, recordó Analía.
Sus hijos, fruto de relaciones anteriores, Romina (28), Fernando (25), Brian (23), Matías (19), Florencia (16) -que nació con una malformación, le amputaron una pierna y usa prótesis-, Santiago (13), Damián (11) y Lucas (6), al principio no se mostraron receptivos con la relación de Analía.
Lucas, de 21 años, hijo de Diego, nunca había contraído matrimonio, pero sí estaba dispuesto a casarse con Analía, por eso aceptó la propuesta que ella le hizo rompiendo los esquemas tradicionales.
“Ni pensé que tenía ocho hijos. Solo la vi a ella y me enamoré”, confesó Diego.
La pareja asegura que el éxito de su relación se basa en que dividen las tareas del hogar, tienen buena comunicación y se apoyan.
Todos los días, de lunes a sábado, se levantan a las cuatro de la mañana, consiguen los ingredientes de las tortillas: harina, grasa, sal y carbón. Suelen prepararse en diez minutos, dependiendo del viento y de la temperatura del tambor. Venden 25 tortillas por la mañana y 32 por la tarde a los trabajadores de la zona, aunque aseguran que hay días muy malos.
A veces caminan 2 kilómetros al almacén mayorista que les vende la harina. Duermen tres horas diarias, y a pesar de trabajar tanto, tienen lo justo para satisfacer sus necesidades básicas y pagar las deudas.
Diego no ha tenido una vida fácil, cuando tenía seis años se escapó de su casa, su situación era muy precaria, su abuelo lo crió, comían muy poco y si él conseguía algo lo ocultaba bajo su colchón.
Vivió en la calle y vendía golosinas, algunas familias lo acogían, pero él se escapaba. Asistió a una escuela, se estabilizó cuando cumplió 13 años y conoció a su padrino.
Este le ofreció la oportunidad de terminar sus estudios, vivió en su casa y gracias a un contacto suyo consiguió el empleo en el bufete de abogados.
Lamentablemente, hace poco su padrino falleció, y Diego no mantiene relación los demás miembros de su familia.
La niñez de Analía también está marcada por la tristeza y el abandono.
“Éramos 14 hermanos y mi mamá nos regaló a todos cuando éramos pequeños. Nos criaron familias distintas, yo tenía un año y medio cuando me agarró una vecina, crecí con mi hermana. Cuando yo tenía 13 ella falleció”, relató Analía.
Después la trasladaron a otra casa, la de una amiga de su vecina, trabajó limpiando y cuidando a una niña. Así lo hizo durante años hasta que empezó a tener a sus hijos.
Conoció a su padre biológico hace dos años después de contactar a una hermana suya a través de Facebook. A su mamá la vio por primera vez cuando tenía 17 años.
A pesar de las adversidades, ni Diego ni Analía se han rendido. Ahora, después de ganar el premio del concurso de televisión podrán mejorar su vida.
“Lo primero que haremos es comprar una amasadora. Así podemos expandirnos un poco. Podríamos hacer rosquillas y tortas fritas, porque hace un tiempo que tenemos una freidora. Además, me gustaría comprar un toldo para atender mejor a la gente si hay mucho sol o si llueve”, dijo Diego.
Les encanta la gastronomía, sueñan con tener un restaurante. Con el dinero restante que ganaron piensan pagar deudas y hacer arreglos en el techo de su vivienda que tiene filtraciones, además, les comprarán ropa y zapatillas a sus hijos.
Diego quiere comprarse un anillo de matrimonio porque le robaron su alianza en un atraco y para él es muy importante llevar consigo ese símbolo de amor.
El testimonio de esta pareja ha generado muchas reacciones en las redes de quienes admiran su fortaleza y ganas de trabajar. Compártelo.