Hablar de la muerte resulta para muchos un tema muy difícil de abordar. La separación física representa dolor y vacío para quienes viven esa triste experiencia. Sin embargo, la manera de aceptarla cambia según las distintas culturas.
Sahar Zand, es una periodista de un reconocido medio de comunicación, que visitó algunas de las familias toraja, una comunidad indígena en las islas de Cébeles, ubicada al este de Indonesia, que conservan a sus seres queridos sin vida en el hogar durante años siguiendo las tradiciones de Aluk to dolo.
En esta comunidad los muertos son considerados parte de la vida diaria. Mantener sus cuerpos en la casa permite continuar la conexión entre ellos y facilita la aceptación del duelo.
Las creencias de los toraja convierten a sus difuntos en seres presentes y los cuidan como si estuvieran enfermos.
Las familias suelen hacer reuniones intimas, para conversar, tomar un poco de café, preguntar sobre el estado de salud del difunto y hablarles como si escucharan.
Generalmente los hijos son los encargados de cuidar y limpiar los restos de sus seres queridos. Les llevan comida, bebida y hasta cigarros dos veces al día.
La piel del difunto está áspera, gris y con múltiples orificios como si estuvieran comidos por insectos. El resto de su cuerpo lo mantienen cubierto con varias puestas de ropa que cambian con regularidad.
Es tan normal esta práctica que los niños juegan y corren por el lugar donde está “descansando” este ser que ya ha dejado de respirar.
Los pequeños manifiestan su curiosidad al verlos dormir por tanto tiempo. Preguntan a sus mayores cuando va a despertar y lo animan para ir a comer con ellos. Es común observar en una esquina del cuarto un tazón que está dispuesto para ser usado como inodoro por el familiar muerto.
Pasan más de diez años y aún los familiares piensan y sienten que están vivos. Definitivamente se trata de una costumbre cultural que para una gran mayoría resulta extraña.
En el pasado para conservar el cuerpo de los muertos, esta comunidad les frotaba hierbas y hojas. Actualmente le inyectan una solución química que puede ser formaldehído o formol.
El funeral de la persona que muere puede tardar meses y años en realizarse. Los toraja trabajan muy duro, pero no para viajar o vivir con comodidades, sino para que esas riquezas sean usadas en un funeral majestuoso, después de una procesión por todo el pueblo. Pasan gran parte de su vida ahorrando para estos rituales.
La familia se prepara para ese evento tanto emocional como financieramente. Cuando logran ahorrar suficiente dinero, invitan a todos sus amigos y familiares. La elaboración de la ceremonia estará en función de la cantidad de dinero que tenía el muerto cuando estaba vivo.
Como parte del ritual estas comunidades esculpen estatuas en madera representando a los muertos, les colocan ropa y joyas, incluso cabello de los fallecidos. Estas esculturas son conocidas como tau tau.
También sacrifican búfalos porque mantienen la creencia que estos animales son los que transportan el alma hacia la ultratumba.
Los funerales según las creencias de los toraja, es el momento cuando el alma finalmente deja esta Tierra y comienza su largo y fuerte viaje hacia el Pooya, la etapa final de la vida que viene después de la muerte, donde el alma reencarna.
La creencia asegura que todos llegarán al Pooya. Sin embargo, aquellos por quienes se han sacrificado más búfalos llegarán más pronto y de una manera más fácil. El resto llegará más tarde y de forma más difícil.
Después del funeral, llega el momento de enterrar al muerto, que rara vez se hace bajo tierra. Generalmente los entierros se hacen en cuevas o tumbas que frecuentemente son familiares y contienen muchos féretros, cuerpos, e incluso cráneos y huesos.
El entierro no significa un adiós. La relación física entre los muertos y los vivos continúa mucho después a través de un ritual llamado ma’nene, o «limpieza de los cuerpos».
Los seres queridos son los responsables de atender las necesidades básicas de sus muertos. Les llevan dinero y cigarros.
Cada dos años las familias sacan a sus muertos de las tumbas y realizan una gran reunión. Luego posan con ellos para retratos familiares. Una vez que el cuerpo es expuesto, cualquier señal de duelo o tensión desaparece.
En algunas aldeas cambian completamente la ropa de los muertos y llevan su cuerpo en procesión por el pueblo.
Andy Tandi Lolo, profesor de sociología, que pertenece a esta comunidad, describe este ritual como una forma de mantener y conservar la interacción social entre los vivos y los muertos.
Cuando se trata de la muerte de bebés y niños pequeños los restos son colocados en huecos tallados en los llamados «‘árboles de los bebés».
Las familias tienen el temor de que los espíritus de sus difuntos les traiga problemas si no cuidan sus los cuerpos adecuadamente.
Con el pasar del tiempo, estas prácticas están desapareciendo lentamente.
Aunque el cristianismo y las tradiciones de Aluk to dolo han existido simultáneamente durante mucho tiempo en esta región, más del ochenta por ciento de los toraja se han convertido al cristianismo y han abandonado la vieja religión animista, la Aluk to dolo.
Para el resto del mundo las prácticas de los toraja pueden parecer extrañas. Sin embargo, tal vez los principios que están detrás de estos rituales no sean tan diferentes de aquellos que se observan en otras culturas.
Esta comunidad se mantiene apegada a los rituales donde la muerte ocupa un lugar muy importante, es muy interesante conocer sus creencias. ¡Compártelo con tus amigos!