Leah Amy es una asistente de vuelo en la aerolínea Virgin Atlantic desde hace muchos años. En su trabajo, lidia con cientos de personas y tiene las anécdotas más impensadas.
Sin embargo, hubo una ocasión en la que dos pasajeros renovaron su fe en la humanidad. Leah se sintió tan inspirada y conmovida que decidió dar a conocer la historia de Jack y Violet a través de sus redes sociales.
“En mis cientos de vuelos he conocido a deportistas, modelos y estrellas de Hollywood. Sin embargo, les quiero contar la historia de mis dos pasajeros de vuelo favoritos”, dijo Leah.
Violet era una dulce abuelita de 88 años de edad. Había trabajado toda su vida como enfermera y se encontraba a punto de viajar a Nueva York para visitar a su hija. Jack y su familia también habían comprado pasajes para ese vuelo.
Eran personas con muy buena posición económica y compraron asientos en primera clase. Sin embargo, Jack y Violet se conocieron mientras esperaban en el aeropuerto y el joven decidió brindarle un regalo muy especial a su nueva amiga.
“Cuando abordaron, Jack buscó a Violet y le ofreció cambiar de asiento. Él se quedó en un lugar que estaba directamente al lado de los baños y jamás emitió una sola queja”, explicó la asistente de vuelo.
Cuando Leah se dio cuenta de lo sucedido, quedó en shock. En todos sus años de experiencia jamás había visto a alguien ceder un asiento en la primera clase.
“Jack lo hizo sin llamar la atención de nadie, sin hacer ningún alboroto. Simplemente por la bondad de su corazón”, dijo Leah.
Al parecer, Jack y Violet habían charlado un poco y la dulce abuelita le dijo que siempre había viajado en los asientos económicos y no tenía idea de cómo sería la primera clase.
Cuando cambiaron de asientos, la señora no cabía en sí de alegría. Pasó todo el vuelo con una enorme sonrisa en su rostro.
“Su sueño había sido volar así y Jack lo hizo realidad para ella. Fue una experiencia que jamás olvidará”, aeguró Leah.
La dulce Violet quería compartir la maravillosa experiencia con su hija, pero no tenía teléfono para tomarse una foto. Decidió pedirle a Leah que le tomase una con su teléfono móvil y que la enviase a su familia.
De esta manera, lograron inmortalizar el maravilloso gesto de Jack y la contagiosa alegría de esta abuelita.
No hay dudas de que estas son las historias de bondad que nos recuerdan lo bonito que es ayudar a los demás. ¡Comparte!