Yulia Moiséyenko vivía en Bielorrusia tenía apenas cuatro años cuando se separó de su padre mientras viajaban en un tren un 01 de octubre de 1999.
Durante el viaje su papá se quedó dormido porque estaba bajo los efectos de bebidas alcohólicas. Lamentablemente, cuando despertó, su hija ya no estaba y no pudo dar con su paradero.
Ante un panorama tan desolador, en medio del desespero, le contó a su esposa, Liudmila, lo que había ocurrido y junto a ella se dirigió a la policía para denunciar la desaparición de la menor.
Desde entonces se inició un gran despliegue como parte de un operativo de búsqueda en el que participó un equipo multidisciplinario para encontrar a la niña. Pero desgraciadamente no hubo resultados.
Con el paso del tiempo, la esperanza de un reencuentro se desvanecía para esa familia que repentinamente se vio sorprendida por el dolor de la desaparición de Yulia.
Aunque Liudmila, la madre de Yulia, mantenía la convicción de que ella estaba viva en algún lugar del mundo. Presumía que su hija pudo haber sido secuestrada por gitanos en aquel tren.
Poco después de la desaparición de Yulia, las autoridades policiales decidieron investigar a los padres. Los sometieron a una prueba de polígrafo para descartar que estuvieran implicados.
La desaparición de la pequeña seguía siendo un misterio sin resolver. En el año 2017, los padres ofrecieron declaraciones a un medio de comunicación y expresaron que mantenían la esperanza de hallarla con vida.
El día que fue vista por su padre por última vez, la niña llegó a Rusia, a la localidad de Riazán, después de subirse a otro tren.
Una vez que arribó en la estación las autoridades le preguntaron sus datos, pero apenas pudo decir los nombres de sus padres, no sus apellidos ni su dirección. No sabe cuánto tiempo pasó entre el día que se perdió y el día que fue encontrada en aquella estación.
Se quedó viviendo en la ciudad rusa de Riazán, donde estuvo en hogares de acogida y posteriormente la trasladaron a un orfanato donde fue adoptada por una familia que recuerda que ella contaba que varias personas la trasladaban de una casa a otra cuando estaba perdida.
La niña se dedicaba a pedir limosna en las calles, recuerda que debía dormir y evitaba en lo posible llamar la atención de la policía.
Finalmente, 20 años después, se reencontró con sus padres biológicos al descubrir su identidad gracias a una búsqueda que hizo en Internet.
Sometieron a los presuntos padres biológicos y a Yulia a pruebas de ADN que confirmaron su parentesco.
Yulia no es capaz de recordar los detalles del día que se perdió y no regresó a su hogar, sabe que abordó un tren suburbano que une Minks, la capital de Bielorrusia, con Osipóvichi, ubicada a unos 100 kilómetros al sureste a donde debió llegar con su padre.
Terminó en Rusia y su destino cambió para siempre, ahora tiene 24 años y les devolvió la fe a sus padres biológicos al poder hacer realidad ese reencuentro tan anhelado.
El padre de Yulia expresó que se siente culpable por lo sucedido y pide perdón a su hija. Asegura, igual que su esposa, que para él estos viente años han sido toda una eternidad.
Su caso ha conmovido las redes, no hay nada imposible, el amor de una familia es más fuerte que cualquier adversidad. ¡Compártelo!