La experiencia de esta enfermera se ha convertido en inspiración para muchos, y creo que vale la pena compartirla porque nos regala una lección muy importante. Amanda María Pérez es una enfermera que tenía una vida normal, se enfocaba en lograr las cosas que quería como un nuevo coche, renovar su ropa…hasta que mientras visitaba a un paciente en su casa su perspectiva cambió por completo.
El hombre que estaba atendiendo le pidió que por favor limpiara su nevera y ella accedió sin problema pero cuando la abrió se quedó sin palabras.
La nevera estaba vacía, y al preguntar qué ocurría el paciente le contó que solamente compraba comida cuando tenía dinero suficiente para hacerlo.
Así que Amanda supo que debía hacer algo para ayudarlo, mientras ella aspiraba tener bienes materiales se dio cuenta de que sus “necesidades” eran insignificantes al lado de las de su paciente que no podía contar con lo más básico.
Ella decidió compartir su experiencia en Facebook, puedes visitar su perfil aquí, y esto fue lo que relató:
“Nunca me he sentido tan ingrata en mi vida como hoy. Alguien me dijo una vez, que no importa lo que tengamos, los seres humanos nunca estamos conformes y queremos más.
Últimamente he estado molesta porque quería bienes materiales que no yo podía adquirir, coche nuevo, una casa, más ropa y zapatos.
Para aquellos que no saben yo soy una enfermera que trabajo asistiendo a personas en sus cuidados personales. Atiendo a pacientes con todo tipo de condiciones.
Mientras estaba atendiendo a un paciente él me pidió que limpiara su nevera.
Cuando la abrí y vi cómo estaba me devolví rápidamente hacia él y le pregunté quién le compraba la comida. Se señaló a sí mismo y miro hacia abajo, como si le diera vergüenza.
Él me dijo que él compraba la comida cuando tenía dinero.
Lloré, nunca he visto una nevera tan vacía en mi vida. Gracias mi Dios.
De pronto me di cuenta de que mis necesidades son deseos y sus necesidades son necesidades. Hay que comer para vivir, por supuesto. Limpié su nevera y me fui cuando mi turno había terminado.
Cuando llegué a mi coche sabía que no podía irme a casa después de ver eso, no tenía cupones de alimentos ni un trabajo bien remunerado pero busqué la forma utilizando el dinero de mis impuestos para llenar su nevera tanto como pude.
Esto no es para aludir a mi gesto, es solamente un mensaje que los invite a reflexionar, hay personas que están mucho peores que nosotros.
Abrí los ojos y me di cuenta de que tengo que dejar de preocuparme por lo que no tengo y comenzar a agradecer lo que sí tengo”.
Me parece grandioso lo que hizo, siempre debemos mirar alrededor y prestar atención a cualquier oportunidad que tengamos de ayudar a quien lo necesita. No podemos ser indiferentes, cuando hacemos el bien sin esperar nada a cambio la vida lo retribuye con creces y la satisfacción de haber cambiado la vida de alguien no tiene precio.
Cuántas veces nos quejamos sin necesidad y olvidamos agradecer aquellos regalos de la vida que nos sorprenden cada día. Es mejor comenzar a valorarlos ahora antes de que sea demasiado tarde.
Comparte esta inspiradora reflexión con tus seres queridos.