El amor de un padre hacia sus hijos puede llegar a ser tan valioso y grande como el que cualquier mujer es capaz de dar a sus retoños, y para probarlo sólo hay que conocer la historia de Luis Felipe y su hijo Lucas Weberling.
Este hombre de 47 años y el joven de 23 celebrarán en febrero la victoria de todo su esfuerzo y dedicación al obtener los títulos de abogados de Facultad de Derecho de Espírito Santo, en Vitória, Brasil. Un logro que han alcanzado después de años compartiendo las mismas aulas de clases.
Luis Felipe es técnico industrial pero decidió volver a la universidad para apoyar a Lucas. El joven fue diagnosticado con Asperger cuando tenía 12 años y sufrió de acoso durante su juventud. Frente a esa situación, el hombre sintió la necesidad de acompañar a su hijo en su sueño de convertirse en abogado como su mamá.
En primera instancia, el padre pensó en cursar sólo los primeros años de la carrera hasta que Lucas se sintiera más seguro en ese ambiente, sin embargo, ambos han llegado al final de la carrera.
“Mi objetivo era estudiar hasta el cuarto período, era el tiempo necesario para que él socializara, pero no me dejó rendirme y estuvimos juntos hasta el final”, reveló el padre.
Con un pasado de prejuicios y humillaciones vividos en su escuela, Luis temía por la estabilidad emocional de su hijo en el ambiente universitario, el cual consideraba que podía ser mucho más agresivo. No obstante sus miedos quedaron mitigados a medida que avanzaba la carrera y vio con orgullo cómo su hijo se fue formando como abogado.
“Lucas era otro alumno de la clase. Todo los trabajos y las pruebas se hicieron por igual. Completó el curso con su propio esfuerzo”, confesó el orgulloso padre.
Luis Felipe siempre tuvo la intención de proteger a su hijo, pero él mismo se sorprendió de la seguridad que Lucas demostró desde el principio de esta etapa. El primer día de clases, el joven se presentó y habló abiertamente sobre su autismo leve, por el contrario, su papá estaba hecho un manojo de nervios.
“El primer día estaba temblando. Estaba muy ansioso por saber cómo serían las cosas, cómo afrontarlo. Todo era demasiado nuevo para todos. Al principio me fue muy difícil”, recuerda el amoroso padre.
Desde ese primer momento hasta ahora, cuando han pasado 5 años, el padre fue apoyo para Lucas y juntos lograron su gran sueño. El síndrome del joven no le imposibilitó alcanzar su meta y por eso la familia desea que su ejemplo de superación y amor traspase fronteras.
No hay barrera que él [una persona autista] no pueda alcanzar. Si le ayudan y tiene a alguien que le crea, él puede cambiar el mundo”, dijo el padre.
Las limitaciones sólo existen en la mente de quienes las crean, Lucas y su padre son el claro ejemplo de que las metas siempre son realizables. Comparte esta inspiradora historia y ayúdalos a seguir rompiendo estigmas.