Para algunas personas las dificultades no son límites para lograr sus sueños, aunque enfrenten obstáculos se mantienen motivados a salir adelante. Su convicción, perseverancia y voluntad para alcanzar sus objetivos es más grande que la pobreza, la discapacidad o cualquier problema que se presente.
Ellos nos demuestran que no hay excusas para crear la realidad que se desea con todo el corazón.
Tal como Luisina Pérez, una mujer que durante cinco años caminó cada día 8 kilómetros para llegar desde su vivienda, en el paraje San Luis en la localidad Santa Victoria Este en Argentina, a clases.
Luisina pertenece a la comunidad indígena wichí, cada día caminó hasta el Instituto de Educación Superior Nº 6050 para poder estudiar. La joven es miembro de una familia de seis hermanos, una de sus hermanas está cursando el cuarto año de la carrera de educación, también quiere ser maestra. Las dos tuvieron la misma motivación: enseñar a los niños de su comunidad.
La comunidad wichí se ubica en el Chaco Impenetrable, en la provincia de Salta y se encuentra en el límite entre tres países: Argentina, Bolivia y Paraguay.
En la zona en la que reside Luisina no hay transporte, ni señal de teléfonos móviles, pero a pesar de eso ella jamás se rindió ante sus ganas de convertirse en maestra.
En un camino polvoriento y con un calor abrasador Luisina transitó cada día 8 kilómetros para poder estudiar.
“Fue una experiencia difícil porque se me complicó un poco por la lluvia, el frío, y eso dificultó mi traslado a la institución. No tengo Internet, no tengo ordenador, ni teléfono móvil, me costó mucho llegar hasta aquí”, dijo la joven.
Jorge Rodolfo Chaile, fue profesor de Luisina, y resaltó su esfuerzo para terminar su carrera.
“Hay muchos que tienen derechos y oportunidades, y nuestros jóvenes no tienen oportunidades. Estos chicos se forman sin sueños, no conocen lo que es una retribución o un regalo cuando terminan la secundaria”, dijo el profesor.
Desde que el caso de Luisina se difundió en las redes, miles de personas se han conmovido con su situación expresando su admiración por su determinación y también hacia la labor de su profesor.
Él respondió ante los numerosos comentarios positivos que ha recibido:
“Fue bello verla graduarse hace 5 años en este instituto. Acompañarla en su formación. Disfrutar de su humildad, sencillez, su vida gastada por la carencia, pero su espíritu intacto”, dijo el profesor Chaile.
“Su silencio enseña más que un millón de palabras. Ver su alegría cuando la abrazamos y felicitamos…. Se fue como vino… sola… pero esta vez con un título. Bello, bello, bello. Hoy es profesora de Nivel Inicial”, agregó el maestro.
Seguramente está complacido y orgulloso de su alumna, quien acudió con mucho ahínco para aprender, lograr su meta y así poder ayudar a los niños de su comunidad.
La joven es consciente de que su historia es una inspiración para otros, así que quiso transmitir un mensaje a otros indígenas que pertenecen a la misma comunidad y que se sienten desesperanzados.
“Que sigan adelante, estudien para que algún día puedan ser alguien y graduarse, tener empleo y ayudar a la familia, que a veces no tenemos nada. Tener trabajo es ayudar a la familia que lo necesite”, dijo Luisina.
Realmente no hay nada imposible, con energía positiva y centrándose en las fortalezas con mucha disciplina y constancia todo se puede lograr. Comparte el testimonio de Luisina.