El terremoto en Turquía y Siria del pasado 6 de febrero, nos está dejando imágenes y relatos más que devastadores. No solo por lo que las víctimas sufren bajo los escombros, sino por el panorama al que se enfrenta una nación que se cae en pedazos.
El número de fallecidos no para de aumentar y las pérdidas materiales, sencillamente son indescifrables. Al momento, se habla de 23.513 muertos (20.000, en Turquía; y 3.513, en Siria), y más de 55.000 heridos. A la par que cerca de 200 mil personas luchan por su vida entre las ruinas, en su mayoría mujeres y niños.
Los equipos de emergencia trabajan arduamente contrarreloj y requieren de tanta precisión, que cada mínimo movimiento podría hacer la diferencia entre la vida y la muerte.
Sin embargo, en medio del caos y la desolación, surgen también noticias que nos devuelven la esperanza. Tal como el rescate de una niña, de tan solo 7 años, que pasó 36 horas protegiendo y acariciando el pelo de su hermanito, mientras rogaban ser salvados.
La pequeña niña de apenas 7 años fue toda una heroína tratando de consolar a su hermanito bajo los escombros
Así lo compartió en Twitter, Mohamad Safa, activista y representante de las Naciones Unidas:
«La niña que mantuvo su mano sobre la cabeza de su hermano pequeño para protegerlo mientras estuvieron bajo los escombros durante 36 horas, ha logrado salir a salvo. Veo que nadie comparte. ¡Si ella estuviera muerta, todos compartirían! Comparte positivismo…»
Tras soportar gélidas temperaturas, los menores fueron rescatados con vida bajo los restos de la cama donde dormían, y bajo una enorme placa de hormigón donde vivían, en Siria. La vivienda colapsó a causa del terremoto más fuerte, de 7.8 en la escala Richter, que ha azotado a la región en más de un siglo.
La niña se llama Mariam y su hermano pequeño, Ilaaf, un nombre islámico que quiere decir ‘protección’. Ya se ve que ambas criaturas están predestinadas y algo grande les aguarda en la vida.
«Sáquenme de aquí, seré su sirvienta»
El muro derribado apenas le permitía a la pequeña mover uno de sus bracitos para proteger la cara de su hermano del polvo, y acariciarlo para calmarlo y reconfortarlo bajo las difíciles circunstancias.
Durante las operaciones de rescate, Mariam le decía a los miembros del grupo de rescate:
«Sáquenme de aquí, haré cualquier cosa por ustedes. Seré su sirvienta, su amiga para toda la vida”.
Al ser finalmente rescatados de los escombros, ambos niños fueron envueltos en mantas para protegerlos del frío, y los trasladaron a un hospital cercano, donde recibieron atención médica.