La pandemia de coronavirus pone en primer plano la lógica de un mundo que combina una realidad de intensa interdependencia, con sistemas políticos y morales que abandonan a la gente a su suerte.
Jesica Quiroga
Al estar conectados –en el trabajo, en el bus, en la escuela, en los supermercados–, nos volvemos vulnerables al contagio. Pero, además, al estar moralmente aislados nos estamos convirtiendo en sobrevivientes casa por casa, apartamento por apartamento, guardando suficientes latas y productos congelados y medicinas para poder salir adelante.
La protagonista de nuestra historia se llama Jesica, una mujer y, como ella misma lo dice “una orgullosa enfermera que trabaja desde hace 10 años en el Hospital Pediátrico Humberto Notti”, en Argentina, y que motivada por los numerosos contagios COVID-19 registrados en ese lugar, debió aislarse preventivamente en su casa, junto a su familia.
Si bien la profesional de la salud indicó que no está contagiada del virus, de igual manera debió tomar la decisión radical de aislarse después de que una colega diera positivo en una prueba rápida de coronavirus.
La reacción de los vecinos de la villa del distrito juninense de Los Barriales, lugar donde viven no se hizo esperar, generando alerta y preocupación. Sin embargo, casi inmediatamente, otra parte de los pobladores tomaron una postura distinta y comenzaron a hacerle llegar su apoyo a la enfermera y su familia.
El grupo de personas se solidarizó con la mujer y le fue acercando alimentos, comida preparada, así como el ofrecimiento de realizarle las gestiones personales que necesite mientras deba estar confinada.
“Tus vecinos estamos contigo y tu familia, nos puedes llamar para lo que necesites”, fue uno de los tantos mensajes que recibió Jésica.
La muestra de que sí podemos ser unidos y solidarios como sociedad y seres humanos, cuando ella leyó los mensajes se quedó muy conmovida, no pudo contener las lágrimas.
Además, en su puerta le dejaron mercadería y hasta una pizza recién preparada. Por supuesto, los mensajes de Jesica fueron de absoluto agradecimiento a todos los vecinos que le hicieron llegar su apoyo incondicional.
“Gracias a todos mis queridos y apreciados compañeros, vecinos y amigos por tanto. Realmente son los mejores”, escribió la enfermera en sus cuentas de las redes sociales.
La epidemiología es un problema político. No es difícil diseñar los pasos que podrían aliviar nuestra cruel situación: una interrupción del trabajo, un apoyo masivo a los ingresos de los trabajadores (pagos de desempleo combinado con algún ingreso básico universal), una moratoria de hipotecas y desalojos.
No obstante, la crisis es tan apremiante y las posibilidades de éxito parecen tan reservadas que una pandemia también pone en evidencia que todos necesitamos de todos si queremos sobrevivir.
El daño que pueda sufrir un ciudadano, de hecho, un daño a todos; y no es solo que suene bien decirlo. Se necesita una vasta e intrincada infraestructura para mantenernos a todos funcionando al servicio de los demás, y al servicio último del retorno a aquella normalidad que nos ha sido arrebatada tan repentinamente.
Comparte esta hermosa historia de solidaridad con tus seres queridos.