Oskar Schindler, es un nombre que la mayoría de personas conoce gracias a la película de Steven Spielberg. Afortunadamente el largometraje reconoce lo que él y su esposa Emile representaron para los 1.100 trabajadores de su fábrica y los 100 enfermos que fueron “limpiados” del hospital de Auschwitz.
Fábrica de Oskar Schindler, en Cracovia
Este hombre fue una luz en uno de los tiempos más oscuros de la humanidad. Una luz con un pasado poco respetable, marcado por la inmoralidad, el abuso del alcohol, la vida relajada y períodos en la cárcel. Sin estudios y con un gusto por la buena vida, es difícil asociar al hombre que una vez fue con el que dejó todo su dinero en sobornos a la SS, para poder cuidar y proteger a los 1.100 judíos (800 hombres y 300 mujeres), que trabajaban en su empresa.
Oskar Schindler con miembros de las SS, aquí aprovechaba sus reuniones para ofrecer sobornos y salvar más judíos en su fábrica.
La famosa Lista de Schindler que salvó tantas vidas
Su fábrica de estampados e impresiones de metales le dió papeles de trabajo a esos judíos, salvándolos de ser enviados a Auschwitz.
Ellos también se encargaron de sabotear las cápsulas de las balas, que fabricaban. La fabrica estaba en pleno ghetto judío.
Esta fábrica ubicada en Cracovia ahora es un museo adornado con las fotos de sobrevivientes e imágenes de la vida previa y post a la ocupación alemana.
Los empleados judíos de la fábrica fueron salvados y sobrevivieron gracias a los esfuerzos de Schindler
Nationalgeographic/ Elholocausto
La fábrica fue convertida en museo, y pronto se le unirá la fábrica de Brunnlitz, ubicada en Checoslovaquia. Esa fue la fábrica donde trasladó a sus empleados cuando las líneas rusas se acercaban, pues los judíos que quedaban eran trasladados a los campos para ser exterminados y que la evidencia muriera con ellos. Esta fábrica fue declarada patrimonio humanitario y abrirá en el 2019 como un museo, en memoria a las víctimas del holocausto.
De esta manera se logrará mantener vivo el recuerdo de aquel inesperado héroe y de las personas que ayudó. Feiwel Wichter, una de las personas salvadas por Schindler y autor del libro “El undécimo mandamiento” escribió:
“Un genocidio precisa cómplices activos y pasivos, precisa indiferencia y permisividad, con muchos Oskar y Emilie Schindler la masacre no hubiera sido posible; también por eso quise rendirles homenaje a ellos… resistirse a ceder ante las circunstancias cuando las circunstancias nos repugnan, y defender nuestra conciencia aunque sea caro, porque tal vez sea la conciencia la única riqueza que tenemos los humanos, tal vez lo único que merezca conservarse hasta la muerte”.
Comparte esta maravillosa y triste historia, recordar es la forma de proteger a la humanidad de nuevas atrocidades”