Aunque poco se habla de ello, existe un alto índice de maestros que, debido no solamente al cambio brusco que la pandemia de coronavirus ha traído a la enseñanza mediante las clases no presenciales, sino al poco compromiso mostrado por sus pupilos se frustran y deciden que ya su deseo de formar se ha agotado, se han “quemado”.
Esto obedece a la acumulación de una serie de síntomas previos, tales como el estrés, ansiedad o depresión, derivados de su insatisfacción profesional y su frustración por el absentismo y la indolencia de ciertos jóvenes estudiantes a la hora de aprender.
Esto le ocurrió a un docente universitario de la cátedra de Derecho y Ciencia Política en Perú, quien, absolutamente desalentado y harto de la desidia e irresponsabilidad de sus discípulos decidió anunciar en medio de una clase virtual que se retiraría de la Facultad.
“Frustración, en verdad, ni ganas de enseñar, y en este momento que ya no tengo ganas de enseñarles, ya me harté. Ya me harté, de veras. Y este sistema está para avanzar el próximo año y no quiero sentirme mal porque mañana o más tarde van a decir este profesor no me enseñó nada”, dijo categóricamente el profesor.
A decir verdad, el hombre prefiere dejar su carrera a que el día de mañana lo hagan responsable por el bajo rendimiento que degenerará en profesionales poco aptos y mediocres.
“Nadie de ustedes estudia, estoy harto. El problema es de ustedes; pobre país, va a confiar la gente en ustedes sus problemas. Si no estudian, es problema de ustedes, no es del docente. Estoy viendo la próxima semana para renunciar y me largo con mi conciencia tranquila. Gracias, alumnos, hasta nunca”, agregó, notablemente furioso y frustrado.
Como resultado del polémico mensaje, se ha abierto un nuevo debate a través de las redes sociales de todo el mundo acerca de la crisis que vive actualmente el sector académico con el nuevo sistema de clases online, sobre todo el que involucra al pregrado universitario
De hecho, uno de los aspectos que más se han tocado y criticado es precisamente lo que plantea el pedagogo peruano, es decir, que muchos docentes pretendan resolver los contenidos a través de la mera asignación de material de lectura.
Sin embargo, en contraste, muchos de sus colegas salieron en su defensa coincidiendo en que la falta de interés de la mayoría de los alumnos es una triste realidad; pareciera que solo quieren obtener un título, a expensas de los conocimientos y habilidades necesarias que deben obtener para poder ejercer la profesión.
Por desgracia, estamos a las puertas de una inminente catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades.
El cierre de escuelas debido a la pandemia ha afectado a casi 1.600 millones de estudiantes de todas las edades y en todos los países, con repercusiones inmediatas y de largo plazo.
Ahora que el mundo enfrenta niveles insostenibles de desigualdad, necesitamos la educación -el gran igualador- más que nunca. Se deben tomar medidas audaces ahora, a fin de crear sistemas educativos de calidad, inclusivos y resilientes, adecuados para el futuro y que no afecten ni a profesores ni a educandos.
Las proyecciones no son nada prometedoras. Millones de estudiantes, desde primaria hasta la universidad podrían abandonar las aulas a causa del impacto que ha producido la crisis sanitaria en todos los ámbitos. Comparte este caso.