Las malas palabras son consideradas por muchos como lenguaje flojo o una simple falta de civilidad.
Pero hoy estamos aquí para decirte como estas pueden ser beneficiosas para tu salud, tal como ves: decir malas palabras es bueno para ti.
Recientes estudios han demostrado algo absolutamente asombroso y que contradice los años y años de enseñanza y buenos modales de tu hogar.
Y es que contrario a lo que te han dicho tus padres por años y años, las malas palabras no convierten tu boca en una cloaca…
Lo que sí hacen, aunque parezca completamente contradictorio es beneficiar tu salud, enmascarar el dolor físico y hasta ayudar a construir vínculos más sólidos y relaciones en el trabajo.
¡Eso es absolutamente sorprendente!
La autora Emma Byrne presenta este y muchos otros hallazgos en su libro Swearing Is Good for You: The Amazing Science of Bad Language(Maldecir es bueno para ti: La asombrosa ciencia de las malas palabras)
En su libro, la Dra Byrne explora unos estudios sobre cómo las malas palabras fortalecen la confianza en las interacciones humanas y pueden ayudar a aliviar el impacto emocional de situaciones negativas.
Todo resulta muy interesante sobretodo en lo contradictorio que es, comparado a la forma en que nos han educado toda nuestras vidas.
En el caso de las mujeres por ejemplo, hay un estigma mayor en contra del uso de las malas palabras.
Es necesario decirlo pues es así, está muy mal visto.
Es más probable que las personas alrededor frunzan el ceño ante una mujer diciendo una palabrota que ante un hombre, aunque ambos estén enfrentando la misma situación que los incite.
Por ejemplo; en el caso de que una mujer y un hombre se lastimen un dedo con el cajón del escritorio, de la mujer se espera una expresión de dolor más “controlado” y “bien educada”, aunque el dolor es exactamente igual.
Lo impresionante es que los estudios demuestran que quienes vociferan su dolor con expresiones de palabrotas, pueden tolerar más y de forma más prolongada esos estímulos negativos que aquellos quienes se reprimen.
Y es que aunque hoy en día es más común escuchar a las mujeres diciendo profanidades, aún se considera “poco femenino”.
Hay además un estudio realizado en Nueva Zelanda hace poco, que saldrá a la luz en los próximos días, que indica que las situaciones jocosas y particularmente el uso de las malas palabras entre amigos demuestra el grado de confianza que se tienen.
Se analizaron equipos de trabajo en sectores como manufactura o el de informática y los descubrimientos fueron increíbles.
Aquellos que bromeaban entre ellos en formas que excedían el lenguaje cortés, (incluyendo las malas palabras); reportaban al mismo tiempo un mayor nivel de confianza en su equipo que aquellos grupos donde todo se mantenía dentro de la etiqueta de trabajo.
La razón de esto es el impacto emocional tan fuerte que tienen las palabrotas.
Usadas correctamente, estas demuestran que has comprendido bien a tu interlocutor de forma que la dirás cuando lo haga reír o cuando llame su atención sin ofender.
Es decir, demuestra que tu sientes que conoces y confías en la otra persona.
Así que ya lo sabes, si quieres una asombrosa forma de crear confianza y de superar tu dolor, ¡dilo con una palabrota!
Eso sí, cuidado de usarlas incorrectamente, no queremos que vayas por allí insultando a los demás y luego termines con una #$% de problemas! 😉
Comparte con tus amigos más cercanos, aquellos en los que confías para decir una palabrota sin reprimirte, esos son los de verdad.