Dante Ferdinando Martínez, el bebé que pasará a la historia como el incesante luchador de encantadora sonrisa, no pudo vencer la batalla a las secuelas de la meningitis que contrajo.
Ferdinando Valencia, de 36 años, tenía el sueño de despedir a su pequeño en su pueblo, con su gente y en la iglesia que lo vio crecer.
Y así fue, el pueblo entero se volcó en muestras de amor para los padres, que robaron la atención de todos los presentes al verlos con una entereza inquebrantable.
La emotiva celebración eucarística estuvo repleta de momentos sobrecogedores.
Después, la pareja salió a las afueras de la iglesia para dirigir a la multitud un contundente mensaje que ha conmovido a miles de personas.
«Me siento en casa y con ese sentimiento de sentirse en casa es como yo quería que mi hijo Dante se fuera», dijo Ferdinando.
«100 días de su vida, que nos enseñaron muchas cosas, que nos transformaron, en los que vivimos muchos procesos, duros, pero cada uno de ellos valió la pena. Al final lo único que no queremos es que la vida de nuestro hijo haya sido en vano.
«Y nuestra única sensación en estos momentos para decir que no fue así es decir que de forma personal me transformó«, continuó, mientras Brenda asentía a las palabras llenas de optimismo de su pareja.
«No somos nadie para ser un ejemplo, pero de alguna manera hoy tengo más fe inclusive con mi hijo muerto que la que he tenido siempre. No nos vamos a quejar de Dios nunca, estamos muy agradecidos por cada uno de los días que nos lo dio y no vamos a pensar en todos los que nos lo quite porque va a seguir aquí», agregó.
«Gracias a todos los que están con nosotros, gracias por decirle adiós a mi hijo de esta manera. Gracias porque me siento en mi pueblo y estoy con mi gente», concluyó.