Decía la vieja canción del legendario Barbero Loco: «Si te corto la nariz, eso no me importa a mí, porque dicen que yo soy muy loco así». En el caso de la británica Jose Jackson, no fue un barbero, sino un manicurista que la hirió en uno de sus dedos lo que le ocasionó, a la larga, que le amputaran parte de él, cambiando la forma de su mano derecha para siempre.
Jose Jackson es una mujer de 57 años que vive en el Reino Unido, un día decidió regalarse una sesión de manicura y se dirigió a un salón de belleza. En cierto momento, mientras la atendían, el técnico de uñas resbaló y la pinchó con un cortacutículas en el dedo índice.
En un principio, Jackson pensó que había sido solo un simple pinchazo y se fue para su casa. Pasados unos días la punta del dedo se le inflamó, tomó un color púrpura y le dolía tanto que hasta la hizo llorar.
Jose Jackson
Su médico de cabecera le recomendó unos antibióticos pero estos no eran los correctos y la inflamación continuaba junto con el dolor. Después de regresar a su médico de confianza para hacerse una radiografía, le dijeron que fuera al hospital de inmediato. Un cirujano la atendió y le dijo sorprendido:
«¡No entiendo cómo has estado dos semanas con esto!».
Su dedo estaba completamente inflamado y en claro estado de infección interna
Resultó que había contraído una infección causada por estafilococo, una bacteria que, si se detecta temprano, puede erradicarse con los antibióticos correctos. Sin embargo, como la infección se había asentado los médicos le dijeron que no tenían otra opción que amputarle parte del índice.
«La parte superior de mi dedo parecía una cadena montañosa irregular. La infección literalmente se había comido mi dedo y mi hueso«, dijo Jose Jackson.
Después de una cirugía inicial, los médicos le dieron la mala noticia a la dama de que era necesario quitarle un poco más de su dedo o se arriesgaba a perder todo el brazo. Ella no tuvo más remedio que expresarle su amarga decisión:
«Le dije entonces al médico que cortara lo que necesitara».
Durante una inspección de salud que se realizó al salón de belleza, se descubrió que las herramientas que utilizaba el técnico no estaban esterilizadas adecuadamente.
Jackson contactó a un abogado que la ayudó a buscar una compensación. Ella ganó un acuerdo extrajudicial y recibió una buena suma de dinero.
«Terminé ganando una compensación, pero no parece una victoria, pues eso no me devolverá mi dedo. Me gustaría que se hicieran evaluaciones de higiene en los servicios de uñas, similares a los que se les exigen a los restaurantes. Así, la gente puede ser consciente y nadie tendría que pasar por lo que yo pasé», afirmó Jackson.
La experiencia que vivió Jose Jackson nos enseña dos aspectos importantes: frente a una patología inesperada debemos actuar con rapidez antes de que sea tarde y se agrave la situación; segundo, todos tenemos el derecho de demandar pulcritud y condiciones de salubridad al hacernos cualquier tratamiento, sea este de orden cosmético o medicinal.
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