Las mascotas son para los humanos más que una compañía, en muchas ocasiones se convierten en un miembro más de la familia. Y forman parte de muchos acontecimientos importantes, como la llegada de un nuevo bebé, el cumpleaños de la abuela, o un paseo familiar. Pero lo que no es muy usual es que una mascota sea parte y testigo de un crimen.
Y es lo que sucedió en casa donde vivía este loro. Nunca se imaginaron que su espectacular memoria serviría después de prueba para esclarecer los crudos hechos.
Glenna Duram, de 49 años, fue condenada por haber cobrado la vida de su esposo, Martin Duram, de 46 años, a quien lo mató frente a su mascota, para luego intentar quitarse la vida sin conseguirlo.
Duram ha sido acusada de apuntar a su esposo cinco veces en su casa del Condado de Newwaygo, Michigan.
Los fiscales habían pedido el uso del testimonio del loro de Martin Duram, un gris africano llamado Bud, pero se les negó. Después del tiroteo, se decía que se escuchaba al pájaro decir repetidamente: «No dispares», incluso incluyendo una mala palabra en medio.
Como producto del presunto incidente, ella sufrió una herida en la cabeza, pero logró sobrevivir.
La madre de la víctima, Lillian, reconoció que el hecho de que Glenna se haya mostrado en la corte «sin emoción» le ha dolido profundamente, y es lo que la corte ha tomado como evidencia en el caso de la muerte de su hijo.
El juicio duró un total de 10 días, con abogados defensores y una lista de sus medicamentos admitidos, con la esperanza de convencer al jurado de 49 años de edad de que no estaba en su sano juicio en el momento del tiroteo.
El intento fracasó y Duram fue declarada culpable tras ocho horas de deliberación por parte del jurado.
Aunque el loro de Martin Duram, Bud, fue el único testigo del horrible destino de su dueño, no fue llamado durante el juicio.
Sin embargo, la ex esposa de Duram, Christina Keller, quien tomó a Bud después del incidente y es ahora su nueva dueña, aseguró que el loro tuvo que haber oído a Martin suplicar por su vida antes de recibir el disparo.
Ya que Bud no hacía más que repetir: «No dispares», imitando la voz de su ex propietario. Y no le cabe duda que esas fueron las últimas palabras que la mascota oyó pronunciar de su dueño fallecido.
Por su parte, el padre del fallecido dijo: «Yo personalmente creo que él estaba allí, y él lo recuerda y por eso lo repite», refiriéndose al loro y a la repetida frase de “no dispares”.
Puedes escuchar el increíble testimonio del loro aquí:
Increíble que aunque el animal no haya sido convocado a declarar en la corte, su testimonio haya sido una pieza clave para esclarecer el crimen. Queda demostrado que las mascotas escuchan y observan, y lo hacen muy bien. La próxima vez que estés frente a una, nunca pienses que estás solo.
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