Actualmente muchos muestran su preocupación por la insensibilidad y falta de empatía. Parece que vivimos en una realidad más materialista en la que las apariencias y el dinero están por encima de la propia vida.
Un hecho que se ve aún más reflejado en las nuevas generaciones que siguen la tendencia de aparentar una vida de lujos y perfecta en las redes sociales
Sin embargo, gestos como el que ha tenido un grupo de jóvenes en Brasil nos invitan a creer nuevamente en la humanidad y pensar que las nuevas generaciones están siendo subestimadas.
En el municipio Lagarto, perteneciente al estado brasileño de Sergipe, un grupo de jóvenes que se reúnen constantemente a jugar fútbol decidieron ir a la cancha e ir a encestar goles de solidaridad en las comunidades más pobres de la zona.
Estos chicos unieron voluntades para organizar una visita a diferentes familias y beneficiarlas con algunas canastas de alimentos que armaron con su propio esfuerzo.
Anderson Rosa, de 29 años, junto a sus compañeros estaban listos para sorprender a todas las personas que iban a visitar pero jamás se imaginaron que en el lugar los más sorprendidos serían ellos mismos.
Esto no sólo por la impactante sencillez con la que viven estas familias, sino por los corazones humildes y generosos que pusieron conocer.
Según explicó Anderson, quien es periodista de profesión, tras hacer entrega de algunas de las bolsas, una persona los guió hasta la casa de una madre soltera que vivía con sus pequeños en un sencillo inmueble, su impresión al conocerla jamás la podrán olvidar.
Al salir al encuentro la mujer se sorprendió por la bonita visita y agradeció a todos por su intención pero se negó a recibir la ayuda.
Por increíble que parezca la mujer se rehusaba a recibir los alimentos por considerar que otra familia vecina podía necesitarla aún más que ellos mismos.
«Nos sorprendió porque salió a indicar dónde vivían personas muy vulnerables, pero en ningún momento pidió nada», dijo Anderso Rosa.
Su sinceridad y nobleza simplemente impactó al grupo, así que Anderson le insistió para que recibiera la pequeña colaboración.
De igual forma los jóvenes acudirían a ayudar a quienes ella reconoció como más vulnerables, pero fue inevitable dejar de sensibilizarse ante la actitud de la mujer, capaz de priorizar la necesidad de los demás antes que la suya.
Definitivamente al dar hay más amor y alegría que en la misma acción de recibir y eso es algo que sabe muy bien esta sencilla madre y que además ha podido enseñar a este grupo de jóvenes. Seguramente esta será una experiencia que recordarán toda la vida.
Comparte esta emotiva historia en tus redes y demuéstrale al mundo que aún existen personas honestas y solidarias. ¡Bravo y bendiciones para esta mujer y su familia!