Existen todo tipo de opiniones respecto a lo que es la cultura de los tatuajes. Para muchos, es algo cotidiano y para otros es, sencillamente, algo escandaloso.
Lo cierto es que el arte de tatuar se remonta en el tiempo más lejos de lo que la mayoría de la gente piensa. Ya los antiguos egipcios conocían y practicaban la técnica de tatuar hace 3 mil años.
Aunque sea el nombre de un ser querido, una frase de despecho o una imagen sin significado, la gratificación que se genera en el tatuado es única, y una doctora muy tatuada demostró que la apariencia física no le impide ejercer a cabalidad su digna profesión.
Ella es Sarah Gray, una futura cirujana ortopédica graduada de la Universidad de Adelaine, en Australia, considerada una de las galenas con mayor número de tatuajes en su piel, lo que le ha valido una gran popularidad, no solo debido a la cantidad de dibujos que ostenta en su cuerpo, sino también por haber derribado mitos y prejuicios sociales.
Y es que, mientras cumple su sueño de ser doctora, demuestra que tener tatuajes no obstruye en lo más mínimo su potencial y profesionalismo, pero, además, que estar tatuado no es excusa para ser relegado del campo laboral.
En efecto, recientemente tuvo una entrevista con sus superiores y logró conseguir su primer trabajo quirúrgico preferencial, siendo recibida muy amablemente por todos sus colegas, a quienes no les importó en lo absoluto su colorida apariencia y la aceptaron tal cual es.
“Obviamente, ellos no dejaron que mi apariencia comprometiera mi potencial”, comentó Sarah.
En cuanto a los trabajos en su cuerpo, Sarah tiene más experiencias positivas que negativas para contar. Sin embargo, aun así, no se ha librado de una que otra situación incómoda, como cuando fue echada absurdamente de un restaurante junto a su esposo, en un triste ejemplo más de que aún existen los tabúes en contra de la diferencia.
«Viví un momento muy traumático e incómodo», confesó refiriéndose a esa experiencia.
Pero, no todo ha sido negativo. Gracias a su gran talento y versatilidad, Sarah se convirtió ella misma en tatuadora profesional y logró abrir su propio estudio artístico.
Y no solo eso, también ganó el concurso Miss Ink Australia, en 2017, hecho que le valió el apoyo incondicional y el respeto de todas las personas con las que convive a diario.
“Si quieres algo y trabajas duro, puedes conseguirlo. Cuantas más personas ayuden a eliminar los límites de los estereotipos, más serán las posibilidades de cambiar la forma de pensar de la gente en el futuro”, aseguró Sarah, muy convencida.
Y tiene mucha razón, en la variedad está el gusto y ser y parecer diferente no es un pecado. Para lograr cambiar la postura de los demás hay que seguir contribuyendo, trabajando y demostrando que lo diferente no está mal.
Y es que, si bien el arte siempre ha sido una expresión del ser, no siempre es aceptado de la mejor manera, ya sea por su subjetividad, o por alejarse de lo que denominamos como “cotidiano” y “normal”.
Sin embargo, para Sarah, la creatividad es una forma de autoexpresión que aprovecha al máximo, ya que es la manera que tiene para demostrar cuál es su verdadera esencia como ser humano, médico y artista.
Afortunadamente, las cosas han cambiado para mejor. Si bien la estigmatización del tatuaje aún existe, anteriormente estos eran vistos como signos de delincuencia y, en consecuencia, dificultaba que las personas fueran tomadas en serio para postularse a un trabajo.
No hay justificación alguna para rechazar o discriminar a alguien por su apariencia o condición, comparte la historia de esta doctora que se convirtió en embajadora de la tolerancia e igualdad. Compártela.