Para algunas personas el trabajo se convierte en una parte esencial de sus vidas, más aún si se lleva muchos años ejerciendo el mismo empleo y compartiendo con las mismas colegas. Por tal motivo, un abuelo no pudo contener sus lágrimas cuando sus compañeros de trabajo lo sorprendieron con una celebración improvisada por el anuncio de su retiro.
El 30 de mayo fue la última jornada del transportista Claudio Canario, un argentino que durante 24 años condujo un colectivo.
Don Claudio es un hombre querido por todos, por ese motivo sus compañeros de trabajo y su propio jefe, Adrián Pérez, se unieron para organizarle una emotiva despedida.
Con carteles, globos y muchos aplausos recibieron a Claudio al final de su última parada.
Todos sus compañeros le guardan un gran cariño, no sólo por lo solidario que es y su experiencia, sino por el gran ejemplo de superación que este abuelo representa.
Claudio nació en el Hospital Alvear y vivió al lado de su madre hasta los 5 años, después se mudaron a Rioja y allí comenzó el deambular por diferentes ciudades argentinas, bajo el cuidado de diferentes familiares.
A los 10 años Claudio durmió en la calle. La plaza Once y las estaciones de tren solían ser lugares recurrentes para el pequeño que sólo buscaba un techo donde resguardarse.
En la calle este hombre aprendió a sobrevivir y trabajó en diferentes sitios, incluido un circo.
“Trabajé en ese circo y viví en un trailer unos dos meses y me pagaban por semana. Con mi primer sueldo, a los 12 años, me compré un tarro grande de dulce de leche y lo comí todo, creo que hasta me empaché. Me gustaba tanto el dulce de leche que comprar ese tarro era en lo único que pensaba”, dijo el anciano con nostalgia.
Claudio siempre sintió atracción por los automotores, por eso cuando la esposa de su papá le consiguió un puesto como chófer de colectivo se sintió muy feliz.
“Empecé en 1986 en la línea 327 de Paso del Rey. Yo vivía por ahí y me gustaba ser el chofer del barrio y llevar a los vecinos, o tocarles bocina cuando los veía caminando por la veredas”, dijo Claudio mientras revivía esos tiempos.
Don Claudio se lleva muy buenas experiencias de sus 35 años como chófer, allí conoció a casi toda la gente que ama en la actualidad pues muchos de sus pasajeros se hicieron grandes amigos suyos.
Aunque también tuvo experiencias desagradables como un robo en el autobús, donde no sólo los atracaron sino que casi pierde la vida.
Ahora no tiene ni idea de qué hará con tanto tiempo libre, pero se siente a gusto de saber que ahora comienza otra etapa en su vida.
“Empieza una nueva etapa y hay que disfrutarla. Pasé muchas cosas arriba del colectivo. El contacto con la gente no siempre fue lindo, pero esto es lo que siempre amé. Después de tanta pasión, que nunca se va a jubilar, llegó la hora de descansar”, finaliza.
Muchas personas entregan su vida a sus trabajos y lo menos que se merecen es un homenaje así, comparte esta emotiva historia y envía tu reconocimiento a trabajadores como Claudio.