En 1937, una bebé de nueve meses fue abandonada con las manos atadas a un arbusto en una colina, esa niña logró ser rescatada su nombre es Anthea Ring, tiene 80 años, y durante muchos años se ha estado preguntando cuáles habrían sido los motivos de sus padres para dejarla así.
El hecho sucedió al sur de Inglaterra, gracias a los avances de la ciencia, ella ha logrado obtener algunas respuestas.
Una familia encontró a la bebé abandonada, tenía un vestido color rosa y su cuerpo estaba marcado por rasguños y picadas de insectos.
Pero logró sobrevivir, fue adoptada por una familia y a los nueve años mientras jugaba con un amigo se propició una discusión en la que ella le amenazó con quejarse ante su madre y él le respondió: “No es tu madre, eres adoptada”.
Los padres de Anthea le confirmaron esa noche en una larga conversación que era adoptada, “me dijeron que me habían dejado en la puerta del Hospital Worthing cuando era recién nacida”.
La pareja había perdido a su hija de 3 años y decidió adoptarla.
En ese momento Anthea no se interesó por saber quiénes era sus padres biológicos, cuando cumplió 15 años trabajó en grandes almacenes en el centro de Londres.
Años después se graduó de enfermera y conoció a su futuro esposo Francis, con quien tuvo dos hijos Jonathan y Christine.
En 1961, los padres de Anthea le contaron la verdad, le mostraron un recorte de periódico con la imagen de un bebé y le dijeron: “Esa eres tú”.
La policía investigó el intento de asesinato y solicitó información del caso en todo el país, pero no descubrieron cómo llegó la pequeña ahí ni lograron ubicar a sus padres.
En 1994 Anthea se incorporó en un grupo que ayudaba a personas adultas adoptadas a investigar su pasado. Alguien le aconsejó contactar a la policía que había trabajado en su caso.
Poco después ella recibió una carta de Elizabeth Dood, era la hija mayor de la familia que la encontró, le contó que la llevaron a la casa más cercana al lugar, pero como no tenían teléfono fueron a una granja de la zona.
Una de las hijas del granjero llamó a la policía y la trasladaron al hospital donde permaneció durante seis meses al cuidado de una enfermera mientras la policía investigaba su caso.
Anthea se sometió a una prueba de ADN que reveló que su origen era 92% irlandés y la emparejaba con primos distantes en Irlanda y Estados Unidos. Así fue como en 2013 logró conocer a una prima. “Era el primer pariente de sangre que conocía en mi vida”, afirmó Anthea.
En 2016 Anthea recibió un comunicado de una genetista reconocida que quería ayudarla. Se hizo pruebas de ADN con diversas compañías.
Finalmente supo quién era su madre tras una larga investigación, encontró a un medio hermano que aceptó hacerse una prueba de ADN para comprobar su parentesco.
Su certificado de nacimiento decía que nació en Londres el 20 de noviembre de 1936, su nombre era Mary Veronica.
Lena, su madre, fue trasladada a una organización benéfica para madres solteras, pero no duró mucho tiempo ahí, al salir estuvo con su bebé.
Se presume que Lena dejó a Anthea con una madre de acogida mientras trabajaba, en la época, algunas de ellas vendían niños a otras parejas.
En 1932 el tráfico de bebés tenía estadísticas alarmantes en Londres, quizás planeó un encuentro para vender a Anthea y algo salió mal.
Quizás ella nunca sepa realmente qué ocurrió, pero obtuvo algunas respuestas a tantos enigmas de su vida. “Soy hija única, pero tengo 5 hermanos”, aseguró.
Descubrieron quién era su padre a través de un pariente que ofreció las cartas que había recibido del presunto progenitor de Anthea, en la saliva dejada en el sobre habría muestras para analizar su ADN y determinaron que Patrick Coney era el padre biológico de Anthea.
“Estaba feliz, había estado buscando a mi padre durante 29 años”, dijo ella.
Ahora está agradecida por el apoyo que ha recibido y asegura que a pesar de que conoce el nombre de sus padres biológicos sus padres adoptivos son los que siempre atesorará en su corazón como su familia.
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