El ejercicio periodístico es una de las actividades más riesgosas que existen, parece que investigar y revelar la verdad no es bien recibido por una parte de la población. En varios países es común ver cómo un grupo de criminales de distintos sectores políticos y económicos toman represalias contra los profesionales de la información con la intención de censurar a los medios y ocultar sus fechorías.
En Ecuador, el pasado 26 de marzo un grupo de tres periodistas que trabajan para el periódico nacional El Comercio se registró en el hotel de la localidad de Esmeraldas, al norte del país, para investigar sobre varios ataques contra el ejército ecuatoriano a manos de grupos paramilitares del país vecino, Colombia.
El grupo periodista estaba conformado por Javier Ortega, de 32 años, Paúl Rivas, el fotógrafo de 45 años, y Efraín Segarra, el conductor de 60 años. Ellos salieron del hotel el día siguiente para tomar testimonios de lo ocurrido; sin embargo, la habitación quedó con sus pertenencias y con la esperanza de volver a ella.
Pero el 27 de marzo, un coche bomba estalló cerca de las instalaciones de la policía en San Lorenzo, dejando varios daños en las estructuras locales y más de 28 personas heridas. Después del atentado, otras zonas cercanas a la frontera se vieron afectadas con otros ataques que resultaron con la muerte de tres infantes de marina de Ecuador y otra decena de heridos.
Esta violenta situación hizo que los periodistas se movilizaran a buscar respuestas y a cubrir con totalidad los hechos, pero el último registro que se tiene de los tres hombres fue cuando pasaron por un retén militar donde se les informó el peligro que corrían al transitar por el área, esto según las declaraciones del Ministro del Interior, César Navas.
Desde ese entonces, se desconoce el paradero de los periodistas hasta que el gobierno ecuatoriano hizo oficial su desaparición el pasado lunes 2 de abril, incentivando a crear campañas como las de ‘Nos faltan 3’ a manos de sus colegas que han logrado recibir el apoyo de varios periodistas alrededor del mundo mostrando el disgusto que tienen con la falta de información por parte de los gobiernos de Ecuador y Colombia.
Lo más angustioso de la desaparición del grupo de reporteros era que la información sobre ellos se mantenía herméticamente por parte de ambos gobiernos. La primera señal de vida fue cuando un medio de comunicación colombiano logró hacer contacto con un frente paramilitar y confirmar que la desaparición realmente se trataba de un secuestro.
Este secuestro fue repudiado por todos los periodistas y por la población en general, señalando que se trata de un ataque a la libertad de expresión y exigían a ambos gobiernos actuar diligentemente.
La información seguía siendo escasa, tan solo un par de declaraciones del Ministro del Interior y de la Canciller del país que informaban sobre los avances que tenían en la investigación gracias a la colaboración del estado colombiano, pero lo demás seguía siendo un misterio.
Hoy, las redes sociales se han llenado de rumores sobre el supuesto asesinato de los periodistas. Un frente del grupo paramilitar FARC, llamado Frente Oliver Sinisterra, que hace vida en las montañas en la zona fronteriza de Colombia y Ecuador, anunció con un escrito que habían asesinado a los tres periodistas ecuatorianos por no haber tenido una negociación exitosa con ambos gobiernos.
Mientras tanto, el Ministerio del Interior de Ecuador ha llamado a la calma, que investigarán la veracidad del escrito y oficialmente ese comunicado es considerado un rumor.
Esperamos que los tres reporteros se encuentren con vida y pronto logren ser rescatados y devueltos a su hogar.
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