Los niños que tienen problemas de sobre peso suelen ser vulnerables a tener baja autoestima y en muchos de los casos pueden sufrir por ello.
Tal es el caso publicado por Jade North, una madre estadounidense cuya hija fue objeto de burlas de otros niños en una piscina pública, debido a su apariencia.
En una piscina comunitaria del sur de los Estados Unidos los dos pequeños hijos de Jade North jugaban tranquilamente con unos tiburones de juguete cuando dos niños de su misma edad nadaron hacia ellos e inmediatamente comenzaron a agarrar sin permiso los juguetes.
A pesar de ello, la amable niña les permitió jugar con ellos, pero los muchachos tomaron los tiburones y se alejaron del par de hermanitos para jugar ellos solos.
Minutos después comenzaron las burlas:
“¡Dijo que eres gorda y fea!, ¡No, él fue quien dijo que eras gorda y fea!, se culpaban mutuamente los niños, riéndose de la pequeña.
Esto, a la madre le rompió el alma, ya que cuenta con el orgullo de haber criado a sus hijos bajo buenos principios y valores.
Les enseñó a saber compartir y ser siempre amables con las demás personas, por lo que ella misma se interroga acerca de por qué es tan difícil para otros padres hacer lo mismo con sus hijos.
Segundos después se acercó al borde de la piscina y les preguntó a los dos niños por los tiburones de juguete, pero estos solo salieron disparados de la piscina en busca de su madre, quien nadó hacia Jade que consolaba a su pequeña al borde de las lágrimas y la confrontó diciéndole que no le hablara de esa manera a sus tiernos angelitos.
Jade replicó a la ofuscada madre que sus hijos habían llamado gorda y fea a su hija después de que ella gentilmente les permitiera jugar con sus juguetes y que debían disculparse, a lo que la segunda restó importancia respondiendo sencillamente que solo uno de ellos era su hijo, el otro, un vecino que trajo con ella.
De ninguna manera iba a ser capaz de admitir su error. Y a ti, ¿qué te parece la posición de esta madre?
Siguieron dimes y diretes a viva voz entre las cada vez más enfurecidas progenitoras, mientras todos los demás bañistas miraban incrédulos.
Lo cierto es que nunca hubo una disculpa de parte de la madre de los niños, mucho menos de estos, que ni siquiera sintieron vergüenza ni remordimiento por lo profundo que habían lastimado a una inocente niña.
“Así está el asunto. Me enorgullezco de ser un ser humano decente. No me gusta la confrontación, y no me gusta gritar. Pero tampoco me gusta cuando un adulto defiende el mal comportamiento. Comportamiento que se ha aprendido claramente en casa. Comportamiento que lastimó a mi hija”, agregó Jade North.
Y así, padres como estos están perjudicando a sus hijos y, en consecuencia, a las personas que entran en contacto con ellos. Nuestros hijos aprenden de nosotros. Aprenden de cómo reaccionamos y manejamos situaciones difíciles. Aprenden de las lecciones que les enseñamos en este tipo de eventos.
Lamentablemente, esos niños en la piscina aprendieron que no importa cuán equivocados estén, nunca habrá consecuencias por su comportamiento negativo.
¿Quién crees que aprendió la lección más valiosa?
Comparte esta historia para la reflexión con tus amistades y seres queridos, y si eres papá o mamá, cría a tus hijos para que sean amables con los demás.