El amor es un sentimiento con un poder increíble para sanar heridas y calmar el dolor que existe en el corazón de quienes han pasado por experiencias muy tristes. Como le sucedió a Carlos Morales, quien lamentablemente vivió la terrible experiencia de perder a su esposa después del nacimiento de sus cuatro hijos.
A Erica, la esposa de Carlos, no le dio tiempo de abrazar a sus hijos, y él solo tuvo oportunidad de darle un beso en la frente, sin saber que esa sería su despedida.
Esta pareja se conoció en una fiesta organizada por amigos en común. La atracción que ambos sintieron fue inevitable tras el cruce de algunas miradas. Carlos comentó que el primer acercamiento fue un poco contrariado, porque Erica sólo hablaba inglés y él español.
Ninguno de los dos podía entender lo que el otro decía. Sin embargo, eso no impidió que Carlos la invitara bailar. Petición a la que ella accedió, despuésdel baile, ella le dio el número de su móvil en un papel, que más tarde él extravió.
Tras ese incidente, Carlos pensó que era una señal del destino para que no se acercara nuevamente a ella. Pero al pasar los días, este hombre hizo todo lo posible por encontrar a esa mujer que había flechado su corazón.
Finalmente se encontraron y comenzaron a salir, se enamoraron y se casaron. Su matrimonio era un símbolo de amor, respeto y comprensión. Después de un tiempo decidieron que era el momento de tener un hijo. Después de años de intentos Erica nunca pudo quedar embarazada.
Aunque la estabilidad del matrimonio no estaba afectada porque el bebé no llegaba, ambos querían hacer realidad el sueño de ser padres, y fue entonces cuando decidieron intentar con la fecundación in vitro.
Pasaron unas semanas de haber iniciado el tratamiento y el ultrasonido reveló que Erica estaba embarazada. Se trataba de un embarazo múltiple, esta madre de 36 años tenía en su vientre a cuatro pequeños que empezarían a crecer y a desarrollarse.
La pareja recibió la noticia como una bendición por el tiempo que habían intentado tener un hijo y no habían podido. Evidentemente se trataba de un embarazo de alto riesgo, y lo asumieron con total responsabilidad.
Carlos no permitió que Erica realizara esfuerzo alguno y se aseguró de que ella guardara el reposo tal como lo había indicado el médico. Él se encargó de todas las cosas del hogar, incluso de las tareas domésticas.
A pesar de la dedicación de ambos, un mes antes de dar a luz ella empezó a sentir malestar. Estando Carlos en su trabajo, recibió una llamada donde le informaron que su esposa tenía una fuerte subida de tensión y la habían trasladado al hospital.
Justo antes de que Erica ingresara a la sala de partos Carlos llegó, alcanzó a darle un beso en la frente mientras la llevaban rápidamente en la camilla y ella le dio los nombres de los cuatro bebés. Lamentablemente esa fue la última vez que él la vio con vida.
Los niños nacieron prematuros, pero su estado de salud era satisfactorio. Una hora después de la cesárea de emergencia, Erica sufrió un shock hipovolémico, como resultado de la gran cantidad de sangre que perdió.
¡Qué desgarrador, esta madre no tuvo la oportunidad de abrazar a sus hijos!
Ese día en la mañana, Carlos sintió que era el hombre más feliz del mundo, sin saber que esa alegría más tarde se empañaría por la muerte de su gran amor. Tenía por un lado a sus cuatro hijos, pero por el otro, el vacío que había dejado la mujer que amaba.
Este hombre devastado, sabía que tenía la responsabilidad de sacar a sus hijos adelante.
Su amada esposa hubiese querido que él fuese fuerte, y si ella no podía estar físicamente ahí para darle a cada uno de sus hijos su amor y verlos crecer, él tenía que hacerlo.
Los cuatrillizos permanecieron en cuidados especiales durante un mes. Después del alta, la madre de Erica se fue a vivir con ellos para ayudar a Carlos en el cuidado de los niños.
Un familiar cercano decidió recaudar fondos para ayudar a este padre con los gastos del sepelio, del hospital y algunas necesidades que se presentarían en el crecimiento de los niños.
Carlos manifestó que encontró fuerzas para seguir adelante en el rostro de cada uno de sus hijos, sin lugar a duda, desde su nacimiento ellos le transmitieron la esencia de quien fue su mujer.
Este padre quiere cumplir con el deseo que recientemente descubrió en la Tablet de su esposa, ella quería que sus hijos fueran amables y considerados con todos a su alrededor, que puedan asistir a la universidad y que hablen por lo menos dos idiomas.
Carlos ha sido un padre consecuente y presente en la crianza de sus hijos, ha realizado una labor excelente. Después de cuatro años de su nacimiento, sus hijos son niños sanos y felices. Asisten a la escuela y llenan el hogar de amor y sonrisas.
Es una gran historia con un pasado marcado por una despedida inesperada, pero con un presente lleno de amor multiplicado por cuatro motivos para seguir luchando. ¡Compártela!