En ocasiones, la vida nos presenta pruebas que parecen, simplemente, imposibles de superar. Tragedias familiares, problemas económicos, la pérdida de un amor, enfermedades incurables, en fin, tantas cosas que pueden suceder y que le cambian la vida a cualquiera en un abrir y cerrar de ojos.
Así lo sintió Jasmine Stacey cuando se enteró de que tendría que llevar una bolsa con sus propias heces adherida al abdomen. Sin embargo, esta joven luchadora pronto comprendió que ningún obstáculo le impediría ser feliz y que su bienestar dependía exclusivamente de ella misma; de si lograba aceptarse tal y como es.
Desde los 10 años, Jasmine sufre de la enfermedad de Crohn, una afección que no tiene cura y que produce una severa inflamación del sistema digestivo. La joven, de 25 años, cuenta que, desde entonces, tenía que ir al lavabo al menos 20 veces al día debido a una incesante diarrea combinada con sangrado y mucosidad.
Esta enfermedad también le producía a Jasmine un dolor crónico insoportable.
La situación era tan extrema, que asistir al colegio y a la universidad resultaron ser un suplicio. De hecho, se solía ver tan grave que debía ser hospitalizada hasta 4 veces al año. A los 20 años, esta pobre chica llegó al límite y fue entonces cuando los doctores le explicaron que no tenía más remedio que someterse a una ileostomía.
La ileostomía es una cirugía que consiste en abrir una pequeña abertura en el abdomen, llamada estoma, por donde sale el intestino delgado. Lo que quiere decir que las heces no salen por su camino natural, sino que caen en una bolsa que el paciente debe llevar siempre consigo.
La operación duró 11 largas horas, pero para Jasmine la verdadera pesadilla empezó cuando abrió los ojos: ahora tenía lo que llaman «trasero de Barbie»; es decir, su ano había sido sellado debido al estado tan crítico en el que estaban su recto e intestino grueso.
Vivir con una bolsa de heces adherida en el estómago era algo con lo que Jasmine sentía que, simplemente, no podía lidiar. Estaba sumamente deprimida y no sabía cómo podría hacer para rehacer su vida. Tan solo la idea de tener una cita o relaciones sexuales le causaba tanto pánico, que dejó de salir durante un año entero.
Jasmine pensaba que nadie querría salir con ella porque llevaba una bolsa de excremento consigo en todo momento. Hasta que un día, la joven tuvo una epifanía: «Si un chico no quiere salir conmigo por la bolsa, entonces a mí no interesa salir con él». Y ahora, 5 años después de la operación, Jasmine ha tenido numerosas citas e incluso una relación formal de dos años.
Jasmine no solo ha aceptado su cuerpo… ¡También se propuso a ayudar a otras mujeres que estén atravesando por una situación similar a la suya! ¿Y cómo lo hace? Brindándoles la oportunidad de sentirse hermosas y sexys con una lencería diseñada especialmente para ellas.
«Después de investigar un poco, me di cuenta de que no existía nada parecido a esto, así que decidí crear mi propia colección», explica Jasmine. «Mi propósito es romper con el estigma de llevar una bolsa de ostomía y demostrar que todavía se puede ser sexy en ropa interior«.
¡Woooow!
Jasmine Stacey, la marca de lencería de esta admirable joven, se lanzó al mercado tímidamente en el 2015. Actualmente, se ha hecho tan popular que Jasmine renunció a su trabajo de enfermera para dedicarse tiempo completo a sus hermosas creaciones.
«Esperamos que la ropa interior haga sentir empoderada a la mujer, ya sea porque tiene una bolsa de ostomía, cicatrices o porque simplemente desea tener más control sobre su estómago», agrega Jasmine.
Sus creaciones han ayudado a muchísimas mujeres a sentir que nada, ni siquiera una bolsa de excremento, puede detenerlas, y esto es admirable. ¡Bravo por Jasmine Stacey!
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