Los padres de Manson estaban felices esperando su llegada, pero su alegría se convirtió en angustia meses después, al conocer que su segundo hijo, Jenson, tenía un tumor cerebral. En julio del 2017 Kimberly dio a luz a su tercer hijo, Manson, con algunas semanas de anticipación.
El niño nació de forma prematura, en una cesárea de emergencia debido a problemas con el líquido amniótico. En ese momento comenzó una dura etapa para la familia.
Después de la cesárea, Kimberly demoró 10 semanas en recuperarse. Durante este tiempo el pequeño Jenson Shamtally-Tedder, su segundo hijo, estuvo quejándose de constantes dolores de cabeza.
Incluso, cuando el pequeño fue a conocer a su hermano Manson al hospital presentó un pequeño episodio de histeria. Jenson comenzó a gritar por casi un minuto, sujetándose su cabeza pero en un instante se reponía del supuesto dolor.
La madre convaleciente consideraba que los episodios podrían ser berrinches o agotamiento, pues Jenson siempre ha sido un pequeño bastante activo. Los malestares de Jenson continuaron: los dolores de cabeza se repetían aunque sólo duraban poco tiempo.
Además, el niño comenzó a perder el equilibrio y tendía a caerse sin razón aparente. A pesar de esto, sus padres no podían sospechar que un tumor estaba creciendo en su cabeza.
“Poco sabía, mientras sostenía a mi bebé recién nacido, que también tendría un hijo con un tumor cerebral en la misma habitación. Mirando hacia atrás, tenía mis dudas de que Jenson no estaba del todo bien, pero acababa de tener a Mason y me tomó 10 semanas recuperarme de mi cesárea. Me siento culpable por no haber notado sus síntomas antes, pero en ese momento no tenía la fuerza física o mental para cuestionar nada», dijo Kimberly.
Al empezar el año escolar, Jenson ingresó en la guardería y su hermana, Sophia-Rose, volvió a la escuela y todo parecía marchar bien, Kimberly ya se había recuperado.
Sin embargo, en noviembre, al recoger a Jenson en la guardería se informó que el ojo del pequeño había comenzado a girar hacia atrás por unos segundos. Ese síntoma alarmó a la madre, quien decidió contactar al médico de la familia y al no poder concretar una cita, Kimberly llevó al pequeño a emergencias.
Al llegar al hospital, el niño estaba tambaleándose hacia su lado izquierdo y se quejaba por su dolor de cabeza. De inmediato fue atendido y puesto en observación. Esa noche, el esposo de Kimberly se había marchado a casa junto a Rose y Manson, mientras que la madre en el hospital recibió la desgarradora noticia.
La radiografía mostraba un tumor del tamaño de una pasa en el cerebro de Jenson, el niño necesitaba ser intervenido quirúrgicamente.
“Cuando una enfermera me llevó a una habitación lateral, vi que tenía una lágrima en los ojos. Su hijo tiene un tumor cerebral, me dijo el consultor. Jenson estaba jugando alegremente con los autos y riéndose con la enfermera, mientras yo estaba sentada llorando en la habitación de al lado”, recuerda Kimberly.
Kimberly y Jenson fueron trasladados a Hospital de St. George, Londres, en una ambulancia. Mientras que su esposo conducía con los demás niños, después de conocer la noticia.
A los pocos días de haber conocido el diagnóstico, Jenson fue sometido a dos operaciones para salvar su vida. En principio fue intervenido para drenar el líquido acumulado en su cerebro, de lo contrario la inmensa presión podría haberlo matado. El procedimiento tomó más de dos horas. Esa misma semana entró nuevamente a quirófano para extirpar el tumor.
El tumor de Jenson tenía el tamaño de una pasa.
Afortunadamente, se pudo eliminar la mayor parte del tumor y los resultados de la biopsia revelaron que se trataba de un astrocitoma pilocítico de grado uno (un tumor no canceroso). Después de la operación, Jenson estuvo en el hospital durante ocho semanas y cuatro meses en la unidad de rehabilitación neurológica. Este tiempo fue determinante en la vida de la familia, una etapa bastante complicada para los padres de tres niños.
«Me sentía constantemente desgarrada entre las necesidades de mis hijos y culpable. Siempre estaba decepcionando a alguien. Jenson me necesitaba, Mason aún era un bebé y Sophia-Rose se echaba a llorar cuando tenía que irme. Pasar tanto tiempo separados hizo que mi esposo Adam y yo nos sintiéramos separados unos de otros a veces”, confesó Kimberly.
En mayo del año pasado, Jenson fue dado de alta y la familia pudo estar juntos de nuevo en su hogar y con todos sus hijos sanos. Después de tiempos tan difíciles, la familia viajó a Portugal gracias a un premio que Adam ganó en una rifa.
Ese tiempo fue esencial para llenarse de energías y continuar pues el proceso de recuperación de Jenson es largo. El niño ha tenido que aprender a comer y a caminar nuevamente, su espíritu está encerrado en un cuerpo que está aprendiendo a controlar nuevamente.
Después de su experiencia, la familia está participando en numerosas campañas para informar sobre los peligros y síntomas de los tumores cerebrales. En octubre participaron en el Windsor Twilight Walk de The Brain Tumor Charity y han participado en HeadSmart, una organización benéfica que busca reducir el tiempo de diagnóstico de los tumores cerebrales.
Comparte esta historia e informa a los padres sobre estos síntomas que puedan ser señales de algo grave en la salud de sus hijos. Lo importante es poder obtener un diagnóstico oportuno así que ¡No te confíes y visita a un médico!