En más de una ocasión hemos escuchado hablar de niños que padecen cáncer, algunos logran superar esa enfermedad y otros, lamentablemente, pierden la dura batalla. A pesar de ser historias tristes, a veces no nos paramos a pensar en lo que realmente significa vivir esa enfermedad y no solamente desde el lado del paciente, sino también de la familia.
No es sino hasta que nos encontramos en una situación similar cuando comprendemos el verdadero dolor con el que se vive y la eterna muestra de coraje para enfrentar cada día.
Jessica Medinger compartió unas palabras y una foto en el grupo de Facebook Love What Matters donde con una foto describe todo lo que hay detrás de esta enfermedad a la cual se está enfrentando su hijo Drake.
En 2012 fue diagnosticado con Leucemia y ha sido intervenido con biopsias de médula espinal, cirugías, tratamientos y quimioterapias hasta llegar al punto en que su cuerpo está tan debilitado que él no quiere dormir solo por temor a morir durante la noche sin nadie a su lado.
«Para alguien que está luchando contra el cáncer o la quimioterapia, para cualquiera que esté pasando por esta horrible enfermedad, está a punto de ser real, duro y rápido. La imagen que estoy publicando es de esta mañana y antes de gritar y llorar «¡Estás poniendo una foto de él en ropa interior, es indecente!», bien,
1. No muestra más que algún bañador
2. Porque la vida no siempre es políticamente correcta y bonita, es real. La vida no es bonita si el cáncer destruye a una persona.
Esta foto es de esta mañana después de llevar a Drake al baño. Sí, está en ropa interior porque el 75% de las veces no puede controlar sus hábitos de baño. Se le nota mucho la piel y los huesos porque tengo que rogarle que coma un grano verde para la cena o beber un vaso de agua durante todo el día.
Esto es tener un hijo que te pide dormir a tu lado por la noche porque tiene miedo de que algo suceda y esté solo, y por algo me refiero a morir.
Esto es tener conversaciones a la mitad de la noche con un niño de 10 años preguntando si morirá, si irá al cielo, si verá a su papá allí y podrá hablar y jugar con él. Este es él, demasiado débil para salir de la cama o para caminar, necesita ser llevado o empujado en una silla de ruedas.
Este es él, que se duerme cuando alguien le habla porque está demasiado agotado. Este es él, vomitando cada medicación que le doy porque su estómago está vacío excepto por la cucharada de yogur que acabo de darle con sus píldoras.
Esto es tener que tomar 44 pastillas de quimioterapia en cuestión de 24 horas. Este es él, que me dice «mamá, no voy a conseguirlo».
Este es él, que no desea ser tocado porque le duele demasiado y tiene que usar morfina para conseguir lidiar con su día a día. Este es él, que me dice que está asustado y piensa que no verá su cumpleaños número 11. Este es él y yo, diciéndole que seguiré luchando cuando no pueda.
Este es él y yo, y nuestro mundo. Este es Drake Stinky Joe, todo mi mundo. Desde el momento en que descubrí que estaba embarazada hasta el futuro para siempre, él ha sido mi razón de vivir. Es mi sonrisa, mi amor, mi latido del corazón. También es mi dolor de corazón, mis lágrimas, mi ceño fruncido. Él es mi vida.»
Los médicos hacen su esfuerzo hasta donde sus posibilidades lo permiten, pero la realidad es que nadie te prepara para este tipo de situaciones, nadie está preparado para ver a su familiar enfermo, que su vida se vaya consumiendo rápidamente a pesar de todos los esfuerzos para evitarlo.
La verdad es que esta enfermedad no solo es un reto para quien la padece, sino también para los familiares, que deberían recibir apoyo psicológico para poder hacer frente a todo lo que se tiene que vivir.
Sin duda es una historia triste que contiene aquellos detalles desgarradores que no se ven pero que simbolizan la verdadera crueldad de este tipo de enfermedades. Así que, la próxima vez que veas la foto de un niño con cáncer sonriendo a la cámara y no le des importancia, recuerda las palabras de esta madre.
Entonces valorarás esa sonrisa a pesar del infierno que significa tener cáncer con tan solo 10 años de edad.
Comparte esta historia de enseñanza. Nunca debemos juzgar a los demás.