La mayoría de los pacientes que padecen vitíligo han vivido la discriminación y el rechazo por lucir diferente. Un abuelo brasileño a través de su creatividad y el amor a su nieta, está cambiando la percepción de las personas hacia esta enfermedad.
João Stanganelli es un hombre de 64 años que vive en Brasil. Cuando tenía 30 le comenzaron a salir pequeñas manchas en su piel producto de la despigmentación, cada día que pasaba iban aumentado de tamaño y se fueron extendiendo por todo su cuerpo.
Según los médicos, la enfermedad no tiene cura, aunque se puede controlar con ciertos medicamentos.
João no aceptó fácilmente su realidad, tuvo que enfrentarse con miradas indiscretas, preguntas tontas, y hasta bromas pesadas relacionadas con su nueva apariencia física.
Pero, entendió que eso no significaba nada, lo realmente importante es lo que él sentía por sí mismo, y la manera como asumiría su nuevo aspecto.
“Las manchas que tengo son hermosas, lo que más duele, en realidad, son las manchas en el carácter de las personas”, afirmó Stanganelli.
El inteligente abuelo tiene una nieta a quien adora, y cuando su piel empezó a mostrar los evidentes síntomas, quiso sacar el lado positivo del asunto.
Utilizó la creatividad a su máxima expresión, y se le ocurrió hacer con sus manos una muñeca para su nieta que tuviera la piel como él, marcada en tonalidades y matices.
Le pidió a su esposa que lo enseñara a tejer con agujas, aprendió bastante rápido, y pronto empezó a hacerle a la niña muñecas tejidas con muestras de vitíligo, le puso por nombre Vitilinda.
João comprobó que el juguete representaba como ningún otro la diversidad existente en las personas. Las imágenes de Vitilinda llegaron a las redes sociales y pronto se volvieron virales.
Nunca imaginó que su muñeca diferenciada llamaría tanto la atención. Le llovían invitaciones para que hablara a las personas sobre la enfermedad. Muchos programas quisieron tenerlo. y el abuelo pintado les explicaba lo que representaba el menosprecio y la burla, para cualquiera que sufre ese mal o alguno parecido.
“El menosprecio sólo revela la ignorancia de la persona hacia este padecimiento, el cual no es infeccioso ni contagioso”, dijo el creativo hombre.
Se dio cuenta de que Vitilinda lograría ayudar a los niños a sentirse seguros de sí mismos, más cómodos, y felices en un mundo donde impera la exaltación a la apariencia externa de las personas.
El tejedor comenzó a diversificar su producción, creó muñecas con características y condiciones especiales, hizo algunas con silla de ruedas, otras con pelucas, en alusión a las pacientes que reciben quimioterapia.
Todas las personas son especiales, más allá de su aspecto
Sin duda, esta es una excelente iniciativa para hacer que todos los niños reconozcan que son especiales, por el simple hecho de ser ellos mismos. ¡Excelente idea para promover la inclusión, ayudar a los niños con vitíligo a aceptar su condición y vivir sin ningún tipo de complejos!
Comparte esta motivadora historia con todos tus amigos, y recuerda que lo más hermoso que tienes no está fuera de ti, sino en tu interior.