La salud es uno de los dones más preciados y cuando ésta falta definitivamente se nos puede venir el mundo abajo. Desgraciadamente, no todos los sistemas de salud pública cubren lo que los pacientes deberían recibir como parte de un derecho que en justicia les pertenece. Y no faltan los casos de quienes a falta de dinero, tienen que hacer serios recortes en el presupuesto que dedican a sus tratamientos médicos, arriesgando gravemente su vida.
Es el drama al que se enfrentó Josh Wilkerson, un joven del norte de Virginia, en Estados Unidos, cuando a los 26 años de edad, dejó de beneficiarse del seguro médico privado de su padrastro y ya no pudo pagar su insulina de casi 1,200 dólares al mes.
Josh padecía de Diabetes tipo 1
En vista de su apuro económico y que se había comprometido en matrimonio con su novia Rose Walters,también diabética, decidió empezar a racionar la insulina. Hasta que un médico le recomendó que en su lugar tomara ReliOn, una marca de venta libre que se vendía por 25 dólares en Walmart.
El ReliOn es una insulina que combina una mezcla de una insulina ‘regular’ de acción corta y una insulina ‘isofánica’ de acción intermedia.
El inconveniente de usar esta insulina más barata, conocida como «insulina humana», es que requiere más tiempo para ser efectiva que la insulina «análoga», la que Josh se inyectaba anteriormente. Sin embargo, de común acuerdo con su novia, cara a la boda en octubre y ya que se venían muchos gastos por delante, prefirieron asumir el riesgo.
Una decisión de la que Rose se arrepentirá por el resto de sus días, ya que 17 meses después de haber cambiado de insulina, Josh perdió irremediablemente la vida.
Sumado a eso Josh y Rose habían empezado a usar medidores de glucosa más baratos y a conseguir ingresos extras para poder financiar su boda.
Aunque ambos cambiaron de insulina, al parecer Rose reaccionó bien. Pero lamentablemente, no funcionó para Josh, que comenzó a tener problemas estomacales y efectos en su estado de ánimo, sin saber que podían ser síntomas de altos niveles de glucosa.
La crisis sucedió el pasado 10 de junio cuando Josh se encontraba cuidando el departamento de un amigo, como de costumbre se despidió de su novia a través de un mensaje y le comentó que no sentía bien, pero su medidor de glucosa no indicaba nada extraordinario.
A la mañana siguiente, al ver Rose que Josh no le contestaba el teléfono, decidió presentarse en el departamento y se encontró con su prometido inconsciente y que había devuelto.
Tras ser llevado al hospital, sus niveles de glucosa eran exorbitantes, entró en coma tras ser diagnosticado de cetoacidosis diabética, que es una acidificación de la sangre. Los escáneres revelaron que había sufrido varios accidentes cerebrovasculares con efectos demoledores.
Cuatro días después, la madre de Josh y Rose tomaron la durísima decisión de desconectarlo del soporte vital y falleció en la madrugada del 15 de junio.
El acceso a medicinas y tratamientos excesivamente costosos es un verdadero problema social en Estados Unidos.
Ya es hora de que los gobiernos asuman la responsabilidad de tantas vidas cobradas por culpa de un sistema de sanidad pública inexistente. ¡Levantemos la voz compartiendo esta noticia!