Julie Bick es la madre de dos niños de 8 y 10 años. A lo largo de los años la vida le ha enseñado que no hay nada más importante que la familia. Cuando su madre falleció se dio cuenta de que los ajetreos de la vida de adulta le habían impedido que pasara con ella tanto tiempo como le hubiese gustado.
Fue entonces cuando se prometió a sí misma que no permitiría que lo mismo sucediera con su padre. Quería compartir con él cada día.
El padre de Julie fue diagnosticado con una enfermedad degenerativa poco después de que su esposa falleciera.
En 2017 el padre de Julie fue diagnosticado con Alzheimer. Julie estaba muy ocupada en su trabajo, pero decidió que haría lo que fuera necesario para poder darle a su padre toda la ayuda que necesitara.
La familia completa se mudó a la casa del padre de Julie y desde entonces comenzó la ardua tarea de cuidar a una persona mayor con Alzheimer.
“Realmente no estaba preparada para esto, pero me negaba a no poder compartir con mi padre sus últimos años”.
El padre de Julie estaba muy feliz con la compañía de su hija y sus nietos. Cuidar a una persona con Alzheimer es una tarea muy difícil y había días en los que Julie simplemente sentía que no podía más y quedaba totalmente exhausta. Su padre tenía una rutina muy estricta y una de sus partes favoritas del día era salir a hablar con el hombre que recogía la basura, Harold.
«El se convierte en amigo de cualquiera con quien hable».
Un día, después de que Julie pasara una noche muy difícil y emotiva, su padre le dijo que quería hablar con Harold por un motivo muy especial.
“Harold es mi amigo. Es religioso. Quisiera que me dejaras un momento con él para que los dos podamos rezar por ti”.
Julie se enterneció ante las palabras de su padre. A pesar de lo difíciles que habían sido los últimos días, su padre y un extraño se tomaban el tiempo para poder rezar por ella.
“Me di cuenta de que sin importar qué enfermedad tuviese, mi padre siempre me va a amar. No pude evitar llorar”.
Julie sabía que todos en el vecindario sentían mucho cariño por Harold pero no sabía que realmente se trataba de una persona tan especial. A pesar de que no conocía con profundidad a la familia, Harold se detenía todos los días a hablar con su padre para ayudar a hacer su día mucho más ameno.
“Es un extraño que no duda en ponerse de rodillas para rezar por mi padre y por mí. Comprendí que todavía hay mucha bondad en el mundo”.
La conmovedora historia de Julie nos ayuda a recordar la importancia de valorar al máximo a nuestros seres queridos. Especialmente en los momentos más difíciles.
Lo más importante es permanecer unidos ante la adversidad y demostrar cada día el amor que sentimos. Comparte esta emotiva historia.