La vida de los artistas aparentemente está rodeada de comodidades, lujos, luces y cámaras. Y aunque ciertamente el dinero y la fama pueden hacer bastante, no lo es todo. Además, es sabido que para llegar a donde están, muchos de ellos han tenido que recorrer una larga trayectoria, que no ha estado libre de obstáculos y dificultades.
Pero cuando conoces de un artista que ha llegado muy alto empezando desde muy abajo, eso realmente conmueve e inspira.
Como es el caso del admirado Keanu Reeves, conocido por su estelar papel de Neo en la trilogía «The Matrix», y ahora por John Wick. Un excepcional actor que por su singular sencillez y humildad se ha ganado el aprecio de miles de fans en el mundo entero.
Es por eso que ahora que acaba de imprimir sus huellas y su nombre en el emblemático Paseo de la Fama de Hollywood, muchos han expresado que eran las huellas que estaban echando de menos. De hecho, muchos no comprendían cómo a un grande como Keanu no se le había invitado antes a hacerlo.
A Keanu se lo pudo ver sonriente imprimiendo sus huellas ante los aplausos de miles.
Sin embargo, pocos saben realmente el duro pasado por el que pasó Keanu desde su niñez, sucesos francamente devastadores que fueron forjando su carácter y le permitieron ser el gran hombre que es hoy en día.
Nacido en Líbano, fue un niño inmigrante que tuvo que presenciar el abandono de su padre y los malos tratos de él hacia su madre. Después, gracias a su padrastro entró en el mundo del arte, como asistente de producción con apenas 15 años.
Poco tiempo después empezó a sufrir las peores pérdidas de su vida: su mejor amigo River Phoenix falleció por sobredosis, luego su hija, y su ex-esposa y amor de su vida, Jennifer Syme, perderían la vida también; y por si fuera poco, a su hermana le diagnosticaron con cáncer. Sin duda, algo que puede hundir a cualquiera, pero él supo reponerse.
Fue homenajeado junto a algunas de sus amistades, como Halle Berry y Laurence Fishburne, y todavía fue capaz de tener la sencillez de agradecer como un caballero que es:
“Es un gran honor estar aquí y ser invitado a este excepcional, histórico y mágico lugar”, dijo Reeves enamorando a todos sus fans.
Tras hundir sus manos y pies en el cemento fresco el martes frente al Teatro Chino TCL en Hollywood, tuvo un gesto espontáneo que enamoró aún más.
«Comencé a actuar cuando tenía 15 años, en Toronto, Canadá. Y viajé en mi primer auto cuando tenía 20 años en todo el país, a Los Ángeles, California … a Hollywood, con un sueño, ese sueño (el de hacer películas)», recordó Reeves
Llegó a Hollywood en 1986 para trabajar en la película «Youngblood», protagonizada por Rob Lowe.
Nos alegra que finalmente Keanu haya sido tomado en cuenta para este simbólico acto, un actor como él, con todo lo que es, merecía eso y mucho más. Comparte las imágenes en tus redes.