Si algo positivo nos ha dejado la pandemia del coronavirus es la certeza de que los seres humanos, por naturaleza, somos solidarios, cooperativos, generosos. Hay personas por definición más altruistas y otras más egoístas, pero, esto dependerá de la escala de valores con que se ha educado cada una.
Cuando Margarita Gil Baro, una venerable ancianita de 88 años de edad se enteró de la escasez de mascarillas y tapabocas producida por el brote de esta nueva enfermedad, se dio a la tarea de coser con sus propias manos 50 protectores para donarlos a los hospitales en España, que es el segundo país europeo más afectado por el coronavirus, después de Italia.
Cuatro metros de tela blanca forrada de algodón fueron la materia prima de este generosogesto, cuatro metros que pronto se tradujeron en kilómetros de solidaridad y amor por el prójimo y por la vida.
La enfermedad de Parkinson que aqueja a Margarita y que le dificulta coser tampoco fue un obstáculo para ella, ya que según ha dicho esto la motiva más a continuar con su noble labor y la hace aún más digna de elogiar.La mujer, además, es positiva con respecto a la situación que se vive a nivel mundial y asegura esperanzada que vendrán tiempos mejores.
Margarita cosiendo en amoroso y solidario gesto
“Es justo que ayudemos porque todos los médicos y todas las enfermeras hacen lo que pueden y más. Vamos a salir poco a poco de esto, pero saldremos”, señaló la octogenaria.
El vídeo de la ancianita costurera ha recorrido todos los rincones de las redes sociales y se ha vuelto viral, conmoviendo a miles de usuarios que se han desbordado en comentarios de apoyo a la causa de Margarita.
“Es un verdadero ejemplo de generosidad que todos y cada uno deberíamos replicar, y así rescatar los altos valores humanos que tanta falta nos hacen hoy en día”, comentó un internauta.
Si bien el de Margarita no es el caso, el gran paradigma social es que el ser humano es egoísta e irracional y busca solo satisfacer sus deseos y necesidades. Sin embargo, cuando hay un contratiempo, como ahora, se pone de manifiesto que todo ello debe pasar a un segundo plano.
El altruismo no tiene edad, pero, al parecer, la generosidad se expresa más fuertemente a partir de la segunda mitad de nuestra vida.
El hecho de que la generosidad aumente con los años sugiere que puede ser que las experiencias vitales sean las que plantan las semillas de la solidaridad pura en la gente, permitiendo que en ella aumente el deseo del bien común
Se acercan tiempos difíciles en todos los sentidos. Lo menos que podemos hacer es no contribuir a actitudes negativas como el pánico, el egoísmo desbordado o la negligencia.
Por supuesto, side lo que se trata es de salvar vidas, debemos tener confianza en que aún hay gente como nuestra protagonista,así como en el buen criterio de los especialistas.