Prateek Harne es médico residente en medicina interna, en el hospital de la Escuela de Medicina SUNY Upstate, en Syracuse, Nueva York.
Lo que está teniendo que enfrentar en estos durísimos días, tanto él, como sus colegas, se está asemejando a un verdadero campo de guerra, de la que sólo unos pocos elegidos resultarán victoriosos.
El coronavirus ha dejado a día de hoy más de 211.000 contagiados y casi 5.000 muertos en Estados Unidos
De estas escalofriantes cifras, Nueva York va a la cabecera con el 40% de los casos de todo el país.
En declaraciones a CNN, Harne ha roto su silencio a través de un testimonio desgarrador en el que cuenta no sólo sus experiencias vividas con pacientes, sino sobre todo el estado mental y emocional en el que quedan tantos como él, después de presenciar situaciones absolutamente desoladoras.
En primera instancia, confiesa que como médico pensaba que estaba preparado para cualquier situación por difícil que pareciera, para dar a los pacientes la fortaleza que necesitan. Pero tras tantos días de ver cómo el virus no perdona nada y los muertos suben como la espuma, «de vez en cuando ocurre una interacción que deja un impacto indeleble».
«Mi primer encuentro con un paciente positivo de covid-19 es algo que nunca olvidaré. La habían ingresado tres días antes, y me pidieron que la evaluara, ya que sus requerimientos de oxígeno habían aumentado dramáticamente. Mientras estaba de pie en su habitación, mi corazón se aceleró. No me di cuenta en ese momento, pero estaba asustado», empieza su relato.
Después tuvo que comunicarle que procederían a intubarla, no sin antes ella haberle agradecido por todo lo que había hecho por ella. Le pidió que llamara a su esposo, que estaba en cuarentena, y que le dijera que lo amaba mucho. El marido, a su vez, le envió el mismo mensaje para la mujer de su vida, a través de Harne. Tristemente, 4 días después, la mujer murió por su insuficiencia respiratoria grave.
«Pienso que fui privilegiado de tener la oportunidad de ser ese mensajero para mi paciente», dijo emocionado.
Dr. Prateek Harne said a coronavirus patient asked him to call her husband to let him know that she loved him. She died four days later.
“I think I am privileged to have had the chance to be that messenger for my patient,” he says. https://t.co/2n1V0ADuww pic.twitter.com/KIQsu7S6tp
— CNN (@CNN) March 31, 2020
Harne confiesa que al enterarse de la noticia de la muerte de su paciente, entró en ansiedad debido a 3 causas:
«La imprevisibilidad clínica de la enfermedad, su alta transmisibilidad y, lo que es más importante, no poder aliviar la angustia de mi paciente»:
«Desde entonces, siempre que entro a una habitación de un paciente infectado, entro asustado, asustado de infectar a otros pacientes, a mis colegas o a mis seres queridos», agrega.
Asegura que muchos olvidan el costo emocional que puede tener este trabajo. «Mis días libres los paso desacreditando mitos sobre este virus con mi familia y amigos cercanos».
Y revela que todos están por dentro presos del terror, un miedo que se apodera de ellos pero que se lo guardan para sí mismos. Cuando salen a sus casas van con miedo de contagiar a su familia, y regresan al hospital con el miedo de saber si sus pacientes siguen con vida al día siguiente.
«Las abrumadoras emociones te quitan pequeñas partes de ti sin que lo sepas, lo que lleva a una agitación contenida y eventualmente, para algunos, al agotamiento. No mostramos nuestras vulnerabilidades al mundo, pues creemos que hacerlo provocaría más pánico a los de afuera», enfatiza.
«Sabemos que el pánico y el caos nunca pueden acompañar al médico cuando está tratando a un paciente moribundo, o está lidiando con una pandemia como es el caso».
Ve con admiración lo que cada uno desde su lugar aporta para frenar esta pandemia: aplaudiendo en los balcones, ofreciéndose como voluntario, quedándose en casa… Y ellos, como médicos, haciendo su parte también.
Reflexiona que son muchos los motivos por los que podemos agobiarnos frente a esta crisis sanitaria sin precedentes: su costo social, humano, económico. «Pero si tomamos un día a la vez, nos enfocamos con calma en nuestro papel en esta lucha, entonces podremos ver la luz al final de este túnel, y probablemente pronto».
«Soy un soldado en esta batalla, estoy luchando mi parte y te pido que luches con la tuya. Respira y sigue luchando», concluye su inspirador mensaje.
No te vayas sin compartir estas profundas palabras para que todos sepan lo que pasa por la mente y el corazón de estos héroes aparentemente irrompibles, pero que tienen pánico como todos. Enviemos un mensaje de apoyo a los médicos del mundo entero, que sepan que no están solos en esta batalla.