El personal médico sanitario en la pandemia del COVID-19 es el más expuestos a contagios. Y a su vez, los trabajadores de este sector corren el riesgo de infectar a sus familiares, por eso un responsable enfermero en Brasil sacrifica su comodidad para proteger a su madre.
Joseildo Da Silva Batista, fue un niño de origen muy humilde, pero siempre quiso salir adelante con su propio esfuerzo.
Con sus dos metros de altura llegó a ser modelo, y portero de los equipos de fútbol: Vitória da Bahia, Santa Cruz, Sport, y Campinense.
Finalmente, decidió hacerse técnico de enfermería, pero jamás imaginó que tendría que vivir la dura experiencia que le está tocando ahora.
«Tenía el sueño de ser jugador de fútbol, de ser modelo, pero tenía que volver a la realidad y trabajar para ayudar a mi familia», comentó Joseildo.
Cuando se graduó empezó a prestar sus servicios en la Unidad de Atención de Emergencia en Campina Grande, Paraíba.
El enfermero de treinta y tres años de edad reside en una vivienda de dos habitaciones junto a Doña Sofía; su madre de setenta y tres años, y cuatro personas más: dos hermanas y dos sobrinas.
La madre se encuentra dentro de la llamada población de riesgo por su edad y las patologías de salud preexistentes; padece asma, presión arterial alta y hace un mes tuvo un ataque cardíaco.
Por eso, el profesional de la enfermería sabía que era un peligro quedarse en casa cerca de su progenitora, pero carecía de dinero suficiente para pagar un hotel o alquilar un sitio donde poder estar cuando salía de sus guardias.
«Cuando escuché que podía transmitirle, pensé: ¿A dónde voy? Con el salario que ganamos, no es posible alquilar una habitación pequeña.
No quiero una casa, un hotel, solo quiero una habitación para poder ejercer mi profesión sin temor a lastimar a mi madre, mi mayor bien», pensó el angustiado hijo.
No encontró otra alternativa que hacer de la terraza de su pequeña casa un sitio donde intentar descansar, turnándose entre un colchón en el piso y una hamaca; a pesar del frío y de lo incómodo del improvisado dormitorio.
Por fortuna el Departamento de Salud le asignó una habitación a él y a otros profesionales de la salud que tienen una realidad de vida parecida.
Doña Sofía extraña mucho a su hijo, pero está agradecida de lo bueno y considerado que siempre ha sido con ella.
«Es un muy buen hijo, me cuida muy bien, me cuida a mí, me lleva a los hospitales y, desafortunadamente, debido a esta enfermedad, tenemos que separarnos«, expresó la agradecida madre.
Cuando se conoció el caso del enfermero en las redes sociales, muchas personas le enviaron mensajes de apoyo, varias organizaciones benéficas ofrecieron su ayuda, e incluso un hombre de negocios quiso pagarle seis meses de alquiler en un departamento.
Joseildo les agradeció de corazón por sus buenos gestos, y les pidió que lo ayudaran con sus oraciones, y usaran esas ayudas para otros tantos trabajadores de la salud que también la necesitan.
Es una gran fortuna que la madre esté resguardada, y el joven puede desempeñar con más tranquilidad su loable labor para seguir ayudando a tantas personas.
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